"El camino del enfrentamiento con el varón o la imitación de conductas desvirtúan la esencia femenina y ocasionan profundos daños a la mujer y a la sociedad", sostiene la estudiosa alemana Jutta Burggraf, quien apunta, más bien, hacia una perspectiva de género que defiende el derecho a la diferencia entre varón y mujer --igual dignidad y derechos pero distinta naturaleza--, que promueve la corresponsabilidad en el trabajo y la familia. Aquí un resumen del diálogo sostenido con ella.
La familia en sí no está fuera de moda. Se han creado otros tipos de familia. Hay un rechazo de la llamada familia tradicional, que yo diría que no es solamente tradicional sino también la natural: un hombre y una mujer que se quieren y el fruto de su amor que son los hijos. No puede ponerse en duda seriamente, porque satisface unas necesidades y unos deseos elementales y muy profundos del ser humano. Cada uno necesita una persona, confiar en ella y sentirse comprendido de verdad, compartir su vida con alguien.
La razón puede estar en parte en el modo de haber vivido la familia, en haber exagerado demasiado en el pasado en el aspecto jurídico. Por haber exigido una moral diferente al marido y a la esposa. Muchas veces el marido podía hacer lo que le daba la gana y la esposa no. Y ahora estamos en la era de la emancipación y las mujeres reclaman los mismos 'derechos'. Lo mejor es que ambos vivan bien la fidelidad matrimonial y no que los dos vivan relaciones abiertas. Muchas veces, también, se ha vivido con mucha estrechez mental y egoísmo: pensar solamente en ese pequeño ámbito en el que vivimos, en mi casita, no ser solidarios con los que necesitan, no abrir mi casa a los otros. La juventud hoy busca mucha autenticidad y mucha interioridad. Por eso hay una rebelión contra unas formas que se han vuelto demasiado limitadas.
Contrariamente a lo que se cree, poco a poco se está revalorizando de nuevo la familia. Lo observo en Alemania donde el matrimonio está cada vez más en los planes de los jóvenes. Estamos volviendo a la familia, porque se están dando cuenta de que es un modo de ser feliz. Pero vivida de otra forma. La familia no es anacrónica. No podemos vivirla como en el siglo XIX porque estamos en el siglo XXI.
Un hogar formado, por supuesto, por hombre y mujer, donde esposo y esposa están a la misma altura: ambos tienen el mismo valor, se respetan mutuamente y tienen las mismas exigencias. Ambos viven para sacar adelante su familia. Esta cuestión de compaginar trabajo y familia vale para él y para ella. Compartir todo y estar abierto también para otros. Tener amigos e ilusiones en común es importante.
Las mujeres ahora tienen mucha formación profesional y quieren influir también en la vida social, además muchas veces necesitan el dinero. Los esposos están separados durante mucho tiempo y no se ven. Cuando vuelven a casa por la noche están cansados y solo quieren poner la televisión y descansar... y ya no pueden hablar. Y todas sus preocupaciones, sus ilusiones y pensamientos los comparten con sus colegas. Esto, por supuesto, es un peligro para la unidad entre los dos. Por eso tienen que buscar nuevos modos de comunicación. No solo por la computadora o el teléfono, sino de mirarse la cara, de hacer planes juntos, de ser conscientes que la carrera profesional es importante pero más aún lo es la familia.
Cada persona es original, individual, y así, cada matrimonio es más original. Son dos personas originales. Por eso no se puede dar recetas de cómo tiene que funcionar un matrimonio. Cada uno es libre para organizarse la vida como le parezca mejor. Conozco familias en las que el marido se queda en casa y ella trabaja afuera. Han cambiado los roles tradicionales, pero son felices.
Hay que distinguir claramente entre lo que es un rol social --un estereotipo-- y aquello que es propio de su naturaleza femenina. Ni el varón ni la mujer pueden liberarse de su propia naturaleza por más que cambien los tiempos. La mujer puede ser madre y el hombre padre. Están llamados a ser padre y madre. Lo propio de la mujer es dar la vida física y también despertar la vida en los otros.
En el siglo XX la mujer ha luchado, a veces con mucha agresividad, y, se puede decir también, con mucha razón, para que se la considere en su dignidad humana. Ahora tiene que vivir realmente según esa dignidad. Quiere decir que no puede ser objeto. Objeto de deseo masculino, por ejemplo. En la pornografía, lamentablemente, colaboran las mujeres mismas. La mujer no puede degradarse ahora después de haber conseguido, por lo menos en amplios sectores, que se considere y valore su dignidad. Ahora tiene que vivir según esta dignidad y desarrollar libre y realmente sus talentos. Ver la profundidad y la belleza que consiste en ser mujer. Dar la vida, animar a los otros, ver al hombre concreto, ayudarlo en sus necesidades.
Ahora se subraya mucho la diferencia; a veces demasiado. Se habla, por ejemplo, de la 'nueva' maternidad, de la 'nueva' feminidad, del derecho a tener un hijo, no porque un hijo es un don de Dios, sino porque es un 'derecho', una experiencia meramente biológica de la mujer para su autorrealización. Parecería, en una mirada superficial, q ue el feminismo igualitario de antes y el neofeminismo (o feminismo cultural, como se lo llama) fuesen opuestos. Pero en el fondo tienen el mismo agnosticismo o ateísmo o, incluso, el mismo hedonismo, una moral completamente desvinculada de toda responsabilidad personal. No son tan diferentes como parecen.
La alternativa sería el feminismo de la diferencia, que en su profundidad es el feminismo cristiano: promover a las mujeres de acuerdo con el mensaje cristiano. Cristo ha promovido realmente a las mujeres, les ha dado una nueva libertad, las ha visto como personas humanas, iguales que los hombres y ha ido contra las estrecheces y estereotipos de su sociedad. Pero ha hecho diferencia. Una diferencia sana y razonable entre hombre y mujer. Ambos son complementarios. En esto hay que profundizar.
El sexo es lo natural: femenino y masculino. Género es una palabra tomada de la lingüística, y allí hay tres opciones: masculino, femenino y neutro. Ahora se toma el pensamiento de Simone de Beauvoir para decir: no nazco mujer, me hago mujer. No nace varón, lo hacen varón. Se ve allí una cierta arbitrariedad. Creo que se puede usar la palabra género de un modo adecuado cuando se distingue entre la naturaleza y la cultura, cuando se deja claro que hay una identidad sexual, que todos tenemos. Luego, esta identidad sexual se expresa en la cultura. Y allí debe haber una correspondencia. No todo lo cultural es arbitrario. Hay muchas cosas arbitrarias que hay que cambiar y se pueden cambiar. Si se quiere decir que no hay identidad sexual, que cada quien puede elegir su sexualidad, se habla de género y entonces se justifica cualquier actuación sexual, la homosexualidad en concreto.
Creen muchísimo más de lo que pensamos. Lo que pasa es que en la edad en que se encuentran, cuenta mucho lo que dice el grupo de compañeros. Y como todos nuestros medios hacen tanta presión y ridiculizan tanto la religión, muchas veces no se atreven a expresar lo que realmente llevan dentro cuando están con sus amigos. Hay que hablar mucho personalmente con ellos, darles ánimo para que tengan valentía y sean fieles a sí mismos. A veces les digo: "Mucha gente manifiesta que a la juventud no le interesa el sentido de la vida... ¿ piensas que eso es verdad?". "No, no es verdad, hablamos mucho de esto entre nosotros", me comentan.
Soy optimista. Estamos en una situación mundial difícil, hay muchos problemas. Y con respecto a la fe, lo que de momento no conseguimos es la transmisión sólida de la fe cristiana. Si se piensa que hay tantos miles de millones de cristianos, se tendría que notar. Si los cristianos viviéramos como tuviéramos que vivir, sería la revolución más grande que el mundo jamás ha visto, pero muchos vivimos con timidez e indiferencia. En un estado de bienestar, cuando se tiene todo, muchas veces no nos hacemos las preguntas existenciales. Hay que hacer un alto. A veces una situación personal crítica nos ayuda a hacer un descanso y a pensar:¿Qué sentido tiene esto?¿Por qué me levanto por la mañana? Una vez una alumna me dijo: ¿Y todos estos esfuerzos, solamente para el cementerio? Eso no puede ser. Creo que la gente reflexiona mucho más que lo que expresa. Nos preguntamos a dónde llegamos o nos volvemos todos autómatas.
Sí. A veces se puede pensar que la vida es una carrera que hay que ganar, pero llega un momento en que uno se da cuenta de que eso no tiene mucho sentido.
Que sean ellas mismas, que cada una tenga el valor de ser ella misma. Hay que tener claro que no existe 'la' mujer sino cada mujer concreta. Existo yo. Y cada persona es original e individual. Nunca antes ni nunca después hubo una persona como ella. Esto es un reto. Sé tú misma. Cada uno puede aportar algo grande, original a la vida. Y no, en primer lugar, por lo que haces, sino por lo que eres. Que cada uno vea su misión en el mundo, que contribuya con lo que sea para que el mundo sea más bello y más humano.
viernes, 02 diciembre 2005
Fuente http://alemaniaeconomiasociedadyderecho.blogspirit.com/trackback/445248
Lo más reciente