Ver en PDF (A5) Descargar PDF (A4) Descargar EPUB

Llevar
nuestras
preocupaciones
a Dios

 

Colección +breve
Más títulos en masclaro.org/+breve

La chispa que enciende

Es necesario que las preocupaciones encuentren un hueco en la vida espiritual. Lo tienen. Pero no son lo primero y ni lo prioritario. Es la chispa que enciende la necesidad de un auxilio espiritual, y nos lleva mucho más allá de esta preocupación primera.

Haber escuchado el mensaje evangélico no es garantía de tenerlo perfectamente integrado en la conducta. Sabemos que el Señor nos exhorta a abandonar toda ansiedad, a confiar en Él… y seguimos, no obstante, llenos de desasosiegos

«Por eso os digo: no estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros del cielo: no siembran, ni siegan y, sin embargo, vuestro padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos?» (Mt 6, 25-26).

Yo os aliviaré

Lo hemos oído muchas veces, e incluso hemos experimentado otras tantas cuán verdadero es. «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré» (Mt 11, 28), dice el Señor en otro lugar.

El apóstol Pedro exhorta a descargar en Dios nuestras preocupaciones, porque Él se preocupa por nosotros

Lo llamativo es que el conjunto de estas afirmaciones no basta para sofocar la zozobra íntima que, en mayor o menor grado, atrapa a todo corazón.

Nos preocupa la salud de nuestros hijos, la estabilidad de una relación, el futuro del trabajo, la convivencia con los familiares y mil cosas más.

Si Dios es bueno ¿a qué tantos desvelos?

Una causa tiene que ver con que ponemos demasiado empeño en evitar lo que nos hace daño, y acabamos causando un mal mayor.

Estamos cansados mentalmente de pensar cómo evitar lo que nos pasa, y al no conseguir la meta, nos desanimamos. La fe y la esperanza disminuyen, y aumenta la tristeza

La inteligencia y la imaginación, junto con la voluntad, se ponen al servicio de evitar el mal que viene o que ya estamos padeciendo, y eso nos hace sufrir incluso más que padecerlo realmente.

En personas preocupadas los sufrimientos de angustia son mucho mayores que los causados por el daño cuando realmente llega a suceder.

Es inútil dejar a un lado lo que nos ronda la cabeza. Sea o no importante, son nuestras preocupaciones. Sea o no grande, es mío. Es verdad, puede que la gente padezca unas injusticias enormes o unos sufrimientos extraordinarios: pero no son míos.

Qué pinta Dios en todo eso

El universo de nuestros intereses son relevantes por lo que Dios tiene que decir en cada uno de ellos. Sobre todo, tienen interés en la medida en que son examinados con perspectiva de fe

¿Qué ando pensando? ¿Qué ocupa mi mente ahora? ¿Qué proyectos me hacen ilusión y cuáles me asustan pavorosamente? ¿Qué me lleva? Todo esto es real pero interesa, sobre todo, ver qué pinta Dios en todo eso. ¿Qué opina Dios de esas preocupaciones, de esos proyectos o de esas decepciones?

Si me preocupa la salud de mi hijo, ¿qué escucho decir a Dios al respecto? Si temo por mi futuro profesional, ¿dónde queda mi fe en Dios? Si ando ordinariamente inquieto, ¿qué me sugiere el Espíritu Santo dentro de mí?

Sumergimos en Dios

Hay que confrontar con Dios aquel daño que tanto tememos. Lo tenemos que considerar a la luz de nuestro destino eterno, exclamando: “Si es posible, aparta de mí este cáliz, no según yo quiera, sino según tu voluntad” (Mt 26, 39)

Solo podremos liberarnos del hechizo de la preocupación, la angustia o la tristeza si nos sumergimos en Dios.

Preguntarme qué me lleva, que tira de mí, desde una perspectiva sobrenatural, es cuestionarme sobre tres aspectos fundamentales de la vida espiritual:

  • mi fe concreta

  • mi oración concreta

  • mi lucha concreta

Subrayo concreta para evitar generalizaciones propias de una fe vaga, una oración poco íntima y una lucha, a la sazón, inexistente.

 

Fuente: Fulgencio Espa Feced.
Cuenta Conmigo. El acompañamiento espiritual.


Enviar comentarios

 

 

Espíritu Santo Iglesia Jesucristo Juan Pablo II Magisterio de la Iglesia Misa Romano Pontífice Virgen aborto abuso adicción adoración afectividad agnosticismo alegría amar amistad amor amor a Dios amor de Dios ansiedad anticoncepción apostolado arrepentimiento atentado ateísmo autenticidad avaricia ayuno bautismo bioética budismo calumnia cancer caridad cariño carácter castidad catequesis catástrofe celibato cielo ciencia ciudadanía clonación coherencia comprensión compromiso comunicación comunismo comunión de los santos comunión sacramental conciencia confesión confianza conocimiento propio consejo contemplación conversión convivencia corredentores corrupción creación creer crisis cruz cuaresma cuidados paliativos cultura curación deber debilidad humana demonio depresión descanso desprendimiento dificultades dignidad dirección espiritual divorcio dolor drogas educación egoísmo ejemplaridad embriones enfermedad entrega esperanza estudios eternidad eucaristía eutanasia evangelio evangelización evolución examen de conciencia existencia de Dios exorcismo expectativas familia fe fecundidad felicidad feminismo formación doctrinal fortaleza fracaso generosidad género hedonismo heroísmo heterosexualidad hijos hinduísmo humildad in vitro infancia injusticia intelectual intolerancia islam judaísmo justicia laicos libertad limosna lucha ascética mal mansedumbre martirio masonería materialismo matrimonio milagro misericordia divina moda moral cristiana muerte música noviazgo obras misericordia odio olvido de sí optimismo oración paciencia paz pecado penitencia perdón pereza persecución pesimismo piedad pobreza política pornografía presencia de Dios protestantismo providencia divina psicología recogimiento redención regreso católico relativismo responsabilidad sabiduría sacerdote sacramentos sagrada escritura santidad secuestro sentido vida serenidad servicio sexualidad sida silencio sinceridad soberbia sociedad civil soledad tecnología temor de Dios templanza teología tolerancia trabajo trinidad tristeza unción de enfermos unidad valentía verdad vida interior vida religiosa vientres de alquiler violación violencia virginidad virtudes vocación voluntad voluntad de Dios xenofobia yoga