Acciones justas y hombres justos
Se ha creado una confusión importante debido a la moderna restricción de la palabra templanza al tema de la bebida.
Esto contribuye a que la gente olvide que se puede ser igualmente abusivo de muchas otras cosas.
Un hombre que convierte el golf o su motocicleta en el centro de su vida, o una mujer que dedica todos sus pensamientos a la ropa o al bridge o a su perro están siendo tan destemplados como alguien que se emborracha todas las noches.
Claro que esto no se ve en apariencia tan fácilmente. Pero a Dios no le engañan las apariencias.
Existe una diferencia entre llevar a cabo una acción justa o templada y ser un hombre justo y templado.
Alguien que no es un buen jugador de tenis podría de vez en cuando dar un buen golpe.
Lo que queremos decir por un buen jugador es un hombre cuyos ojos, músculos y nervios han sido tan entrenados por innumerables buenos golpes que ahora se puede confiar en ellos. Tienen un cierto tono o cualidad que están ahí incluso cuando no está jugando.
Del mismo modo, un hombre que persevera en hacer buenas acciones adquiere al final una cierta cualidad de carácter.
Y entonces es a esa cualidad, antes que a sus acciones en particular, a lo que nos referimos cuando hablamos de virtud.
Si pensáramos solamente en las acciones en particular podríamos fomentar tres ideas equivocadas:
(1) Podríamos pensar que, siempre que hiciéramos lo correcto, no importaba cómo o por qué lo hiciéramos.
Da lo mismo si lo hiciéramos voluntaria o involuntariamente, alegres o disgustados, por miedo a la opinión pública o por el hecho en sí mismo.
Pero la verdad es que las buenas acciones llevadas a cabo por motivos equivocados no ayudan a construir la cualidad interna o característica llamada virtud, y es esta cualidad o característica la que importa realmente.
Si un mal jugador de tenis tiene un saque muy fuerte, no porque crea que se necesite un saque fuerte, sino porque ha perdido los estribos, es posible que ese saque, con suerte, le ayude a ganar ese juego en particular, pero no lo ayudará a convertirse en un jugador consistente.
(2) Podríamos pensar que Dios sólo quiere la simple obediencia a un conjunto de reglas.
Lo que quiere es personas de una determinada manera de ser.
(3) Podríamos pensar que las virtudes son sólo necesarias en la vida presente.
No se trata de que Dios os niegue la admisión en Su paraíso si no poseéis ciertas cualidades de carácter.
Si las personas no tienen al menos un indicio de tales cualidades en su interior, ninguna condición externa posible podría crear un cielo para ellas... es decir, hacerlas felices con la profunda, intensa, inamovible felicidad que Dios nos tiene reservada.
Fin
Fuente: C.S. Lewis, Mero cristianismo