La idea de que estar enamorados es la única razón para permanecer casados
no deja espacio para una promesa.
Si el amor lo es todo, la promesa no puede añadir nada
Si no puede añadir nada entonces no debería hacerse.
Como señaló Chesterton, los que están enamorados tienen una inclinación
natural a vincularse por medio de promesas.
Las canciones de amor del mundo entero están llenas de promesas de fidelidad
eterna.
La ley cristiana no impone sobre la pasión del amor algo que es ajeno
a la naturaleza de esa pasión.
Exige que los enamorados se tomen en serio algo que su pasión por sí
misma los impulsa a hacer.
La promesa, hecha cuando estoy enamorado y porque estoy enamorado, de
ser fiel durante toda mi vida, me compromete a ser fiel aunque deje de estar
enamorado.
Una promesa debe ser hecha acerca de cosas que yo puedo hacer, acerca
de actos.
Nadie puede prometer seguir sintiendo los mismos sentimientos.
Sería lo mismo que prometiese no volver a sufrir ningún dolor de cabeza
o tener siempre apetito.
¿Pero de qué sirve, podría preguntarse, mantener juntas a dos personas
cuando ya no están enamoradas?
Hay varias razones sociales de peso:
- proporcionarle un hogar a sus hijos,
- proteger a la mujer de ser abandonada cuando su marido se ha cansado
de ella.
Pero también hay otra razón de la cual estoy seguro, aunque la considere
difícil de explicar.