Algunos posibles malentendidos sobre el orgullo
1) El placer ante el elogio no es orgullo.
Porque aquí el placer reside no en lo que somos, sino en el hecho de que hemos complacido a alguien a quien queríamos (y con razón) complacer.
El problema empieza cuando se pasa de pensar: Le he complacido: todo está bien, a pensar: Qué estupenda persona debo ser para haberlo hecho.
Cuanto más nos deleitamos en nosotros mismos y menos en el elogio, peores nos hacemos.
La vanidad es la clase de orgullo que más se muestra en la superficie.
Es realmente la menos mala y la más digna de perdón.
La persona vanidosa quiere halagos, aplauso, admiración en demasía, y siempre los está pidiendo.
Es un defecto, pero un defecto infantil e incluso (de un modo extraño) un defecto humilde.
Demuestra que no estás del todo satisfecho con tu propia admiración.
El orgullo auténticamente negro y diabólico viene cuando desprecias tanto a los demás que no te importa lo que piensen de ti.
Debemos tratar de no ser vanidosos, pero jamás hemos de recurrir a nuestro orgullo para curar nuestra vanidad: la sartén es mejor que el fuego.
2) Las palabras estar orgulloso significan sentir una cálida admiración por algo o alguien.
Tal admiración está, por supuesto, muy lejos de ser un pecado.
Amar o admirar cualquier cosa que no sea uno es alejarse un paso de la ruina espiritual absoluta.
No estaremos bien mientras amemos o admiremos cualquier cosa más de lo que amamos y admiramos a Dios.
3) No debemos pensar que el orgullo es algo que Dios prohíbe porque se siente ofendido por él.
O que la humildad es algo que él exige como algo debido a Su dignidad, como si Dios mismo fuese orgulloso.
Dios está intentando hacernos humildes; está intentando despojarnos de todos los vanos adornos y disfraces con los que nos hemos ataviado y con los que nos paseamos como pequeños imbéciles que somos.
4) Si conocéis a un hombre realmente humilde no será lo que la mayoría de la gente llama humilde hoy en día.
No será la clase de persona que no cesa de decir que él, naturalmente, no es nadie.
Si alguien quiere adquirir humildad, creo que puedo decirle cuál es el primer paso.
El primer paso es darse cuenta de que uno es orgulloso.
Y este paso no es pequeño.
No se puede hacer nada antes de darlo.
Si pensáis que no sois vanidosos, es que sois vanidosos de verdad.
Fin
Fuente: C.S. Lewis, Mero cristianismo