Como cada verano, en Rímini, Italia, se congregaron muchos miles de personas atraídas por las actividades de este encuentro anual que organiza el movimiento católico Comunión y Liberación. Llenaron el Auditorium para escuchar a Tianyue Wu, docente de filosofía en la más prestigiosa universidad china, la Universidad de Pekín. Tempi.it lo recoge así.
«Procedo de una familia de tradición católica, pero fue difícil para mí abrazar la religión», cuenta en el Auditorium del Meeting de Rímini Tianyue Wu, docente de filosofía en la más prestigiosa universidad china, la Universidad de Pekín.
«En el colegio nos enseñaban que las religiones son sólo supersticiones, monstruos que pertenecen a un pasado muerto y enterrado», explica Tianyue Wu.
«La sociedad china es una sociedad totalmente secularizada, en la que está vigente el lema “Carpe diem” y los chinos, debido al gran crecimiento económico unido a un empobrecimiento espiritual, han asumido una actitud cínica y utilitarista».
En un país donde ya los primeros misioneros tuvieron dificultad para «introducir la idea de un Dios transcendente entre gente convencida de que sólo existe la vida en la tierra y nada más», Tianyue explica cómo el «gobierno comunista empeoró la situación, asumiendo el ateísmo como parte esencial de su ideología, expulsando a los misioneros, cerrando iglesias e impidiendo a los sacerdotes que se quedaron el ejercicio de su función».
A pesar del cambio que tuvo lugar tras la muerte de Mao y la reapertura de las iglesias «el clima en China siguió siendo hostil a la religión. Esto representa para un creyente, por una parte, una dificultad y, por otra, una ventaja, porque obliga a interrogarse sobre las razones de la propia fe y a tener una profunda conciencia de sí mismos».
Tianyue, que «creció cantando la Internacional» mientras sus padres intentaban transmitirle esa fe «que yo no conseguía entender», cambió hace 14 años «cuando murió mi abuelo y yo, en la iglesia, oí los cantos y las oraciones de los fieles. Finalmente entendí esas palabras y sentí la profunda tranquilidad que sólo Dios, que está siempre conmigo, podía darme».
Tras haber devorado todos los libros cristianos que podía encontrar en la pequeña ciudad en la que había nacido, cercana a la metrópolis de Guangzhou, Tianyue decidió inscribirse en filosofía, «a pesar de que la tradición de mi familia me empujaba hacia la medicina: pero yo pensaba que sanar las almas era tan importante como curar el cuerpo».
Convertido ya en docente de filosofía antigua y medieval de la Universidad de Pekín, Tianyue empezó a proponer a sus estudiantes un argumento insólito para los chinos: «Impartía cursos sobre Santo Tomás, San Agustín y Aristóteles. Pero su pensamiento y sus argumentaciones racionales distan mucho de la tradición filosófica china».
No fue una casualidad que los primeros años se presentaran poquísimos estudiantes a sus cursos. Pero si Tianyue insistió fue a causa de una idea muy concreta: «Creo que la razón y el pensamiento racional, en una sociedad secularizada como es la sociedad china, representan la mejor manera de acercase a la fe. Si hubiera abandonado, utilizando argumentos más de moda, no habría dado la posibilidad a mis estudiantes de descubrir cuán unidas están la fe y la razón. Y hoy son muchos los que frecuentan mis cursos».
Y así, mediante la filosofía, Tianyue lleva hoy su «testimonio de católico a la sociedad»: «No soy tan ingenuo como para pensar que un enfoque teórico pueda hacer que una persona crea», explica delante de unas dos mil personas, «pero la muy entusiasta insistencia protestante no me convence. No escondo a nadie mi fe, pero no quiero obligar a abrazarla».
«Estoy convencido de que mostrando la racionalidad de la fe, también mediante la lectura de la Summa teológica de Santo Tomás, lanzo una semilla al corazón de mis estudiantes que les ayudará a enfrentarse a una época secularizada como la nuestra, tan llena de desafíos».
religionenlibertad.com (27 agosto 2013)
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