Pierrick Günther es una de esas personas que llama la atención aunque no lo pretenda. Su 1,90 metros de estatura y sus 106 kilogramos de fibra y músculo ayudan mucho en ello. Sin embargo, el que está llamado a ser la gran estrella del rugby francés es una persona discreta pero que se ha convertido en el misionero de este deporte.
La muerte de su mejor amigo A sus 23 años, el jugador del Toulon es un ferviente católico que tiene admirados a sus compañeros. Pero su profunda fe no es algo que venga con él desde niño. Más bien al contrario. Proviene de una familia desestructurada y estuvo a caballo durante años entre la casa de su padre y de su madre. Pero fue otro acontecimiento el que llevó a la fe a este enorme joven.
Su mejor amigo, Nans, que además jugaba al rugby con él falleció en un accidente de tráfico en 2009. Esta tragedia supuso un golpe enorme para él pero también el viaje espiritual que finalmente cambió su vida. Cuenta Pierrick lo duro que se le hizo el funeral de su amigo. Los padres acudieron a él y le dijeron que se parecía mucho a su hijo. Estaban completamente destrozados. Esto dejó al joven Pierrick completamente conmocionado.
La paz hallada en la Iglesia Esta angustia le empujó sin saber por qué al interior de una iglesia. Una vez dentro experimentó una paz que antes no conocía. “Entonces me sentí muy bien, muy tranquilo”. Desde entonces acude al menos dos veces por semana a la iglesia a rezar. Allí ora por su amigo y pone velas a la Virgen para que interceda por él.
Pese a la fama que conlleva este deporte pues en Francia está a la altura del fútbol, él ha seguido siendo el joven tranquilo y discreto, estando muy alejado de los escándalos y de las fiestas nocturnas.
De hecho, sus compañeros se quedan atónitos con sus rutinas antes de los partidos. En el autobús que lleva al equipo al estadio mientras sus compañeros escuchan música o bromean él se sumerge en la lectura de la Biblia. “A menudo, leo pasajes del libro del Apocalipsis, esto me pone en condiciones para el partido”, afirma el que denominan el “petit Chabal”, en honor al gran jugador Sebastian Chabal.
Pero ya en el vestuario antes del partido se va a un rincón para no molestar y allí vuelve a la lectura de la Biblia y a sus oraciones. Acude en ese momento a lo que le ha dado la paz en su vida. Sus compañeros pasaron de la extrañeza a la alegría al ver a su compañero así. Muchos no se habían ni percatado al principio de que en un rincón leía la Biblia.
Sin embargo, si el carácter de Pierrick Gunther es tranquilo y discreto no lo es así su cuerpo. Aparte de su musculatura sus compañeros pueden observar una especie de catequesis en el cuerpo de su compañero. Tras su conversión se ha tatuado varios aspectos religiosos.
En su espalda aparece una inscripción dedicada a la Santísima Trinidad. En latín pone “In nomine Patris, Filii y Sancti Spiritu” (En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo). En un brazo lleva unas alas de ángel con una Cruz y en el derecho una gran Virgen María.
Su fe ha quedado reflejada en su vida y también en su cuerpo pero sobre todo está siendo una luz entre sus compañeros y el mundo del rugby, donde su apostolado está teniendo muchos frutos. Es llamado el misionero del rugby.
religionenlibertad.com (24 agosto 2013)
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