Rino Ventriglia, neurólogo y psicoterapeuta, ha trabajado con muchas parejas y matrimonios que atravesaban momentos duros, y constata que “hoy, como nunca, la pareja y la familia pueden gritar al mundo que el Amor existe, que el ‘para siempre’ es una realidad posible”.
Para ello, y en base a su experiencia en terapias de pareja, es clave estar atento a las “señales de alerta”, rasgos que indican que hay un problema de pareja, detectarlas y empezar a trabajar para prevenir e impedir que crezcan más y más. Es necesario reconocerlas en voz alta y nombrarlas y saber que nacen de problemas, y entender que se puede mejorar mucho.
Al final, siempre es necesario “hablarlo”: con uno mismo, con la pareja, con el terapeuta… Las personas que se niegan a hablar de estos problemas, que los ocultan, los que ni siquiera lo consideran como “un problema”, o los que no tienen esperanza de que nada cambie ni mejore, y los que dejan que se vaya enquistando y empeorando, se encaminan al fracaso de su relación de pareja, con todo el daño que significará para su vida y la de sus seres queridos.
Por el contrario, en el momento en que se empieza a hablar, a verbalizar con serenidad dónde está el problema, empieza la solución. Pero eso implica entender que ambos miembros de la pareja están implicados: ambos son vulnerables, ambos tienen sus heridas, ambos necesitan ser reconocidos, amados y afirmados.
Rino Ventriglia enumera estos síntomas en su libro “Señales de Alerta: lo que no hay que hacer en la vida de pareja” (Ciudad Nueva).
1. “Ya no siento nada… ¿me habré equivocado?”
2. La familia-empresa: cuando la pareja solo habla de cosas que hay que hacer
3. Los que van “acumulando puntos”… hasta que estallan
4. Zonas de sombra, lo que no se habla en pareja: “total, no me va a entender…”
5. Cuando el deseo sexual disminuye o desaparece… ¿qué hay detrás?
6. Cuando el esposo y la esposa pasan a ser papá y mamá
7. “Siempre peleando… ¿cuándo tendremos paz?”
8. Vidas paralelas: cuando en casa es un infierno pero en lo social parece ir bien
9. Los que se vuelcan en otras cosas como “escape”: adicciones, redes sociales, trabajo… o terceras personas
Detectada la "señal de alerta", hay que detectar la causa y trabajar para evitar más daño: ese trabajo mejorará la relación.
A menudo, hay que tomar conciencia de que aquella persona maravillosa y fascinante que nos enamoró... es falible y débil, como cualquier ser humano.
No tiene sentido enfadarse y pelearse con el cónyuge por no ser el personaje de fantasía que nos habíamos creído. Tampoco tiene sentido abandonarlo pensando que se encontrará en otro lugar un supermán o una superwoman: solo existen los seres humanos sin superpoderes.
Los cónyuges deben aprender a apreciarse el uno al otro tal como realmente son, mientras aprenden también herramientas para mejorar en su camino juntos.
A veces, la clave del problema es que ni siquiera se ve que sea un problema. Por ejemplo, muchos piensan que lo que están viviendo, aunque es triste o gris, es "lo que hay": no poder hablar de sentimientos, por ejemplo, no poder expresar deseos, anhelos, ver convertido lo que empezó como una historia de amor en una serie de "tareas". Pero los terapeutas -y la experiencia de Ventriglia e infinidad de parejas- es que la mejoría es siempre posible.
Ventriglia habla del amor de pareja como un cuadrado de cuatro vértices necesarios:
1. Apreciar al otro: apreciar lo que el otro vive, y lo que siente, y cuidarlo, "como nos recuerda Franco Battiato en su espléndida canción El Cuidado".
2. Interesarse por el otro: "tener deseos de dialogar, de conocer su perspectiva, su modo de pensar, sus ideas, su visión de las cosas..."
3. El placer y la alegría de estar juntos: es disfrutar juntos, con el sexo, con actividades que se disfrutan, con aficiones, con el comer, el dormir, el estar juntos a gusto...
4. Los valores compartidos: afiliarse juntos por una causa, una militancia, un servicio que ambos creen que es valioso, compartir algunos ideales...
Pero la clave está, insiste Ventriglia, en que hay que trabajar los 4 vértices para que el amor sea equlibrado, y no sólo algunos de ellos.
Si no hay actividades para disfrutar juntos, por ejemplo, y lo que se comparte son solo actividades de militancia o voluntariado, la pareja se resentirá, habrá un vacío dañino.
religionenlibertad.com 19 abril 2017
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