Es una realidad, todos nos casamos para ser felices y alcanzar la plenitud. Solo un absurdo y falto de compromiso puede pensar que el vínculo matrimonial deba tener fecha de caducidad, máxime sabiendo que el amor es volitivo, es decir, un acto de la voluntad renovable y no un mero sentimiento. No podemos basar nuestro compromiso en un hasta que así lo “sintamos” o hasta que el amor nos dure. Pensando así el amor siempre tendrá un plazo, denuncia en Aleteia Luz Ivonne Ream.
Llegar a la plenitud matrimonial no es tarea fácil, requiere cuidados diarios, estar llenando el tanque emocional, como le llama Gary Chapman en su libro Los 5 Lenguajes del Amor, el cual debe ser llenado de amor y de todo lo que el amor representa.
La necesidad de amor es real en todas las personas, no es un fenómeno solo de la niñez. No, esta necesidad continúa en la edad adulta y en el matrimonio.
Así es, de fabricación ya venimos equipados con una serie de necesidades emocionales. La buena noticia es que cuando nos casamos Dios nos regala a un compañero o compañera para satisfacerlas. Hay cosas muy específicas que hay que hacer uno por el otro dentro del matrimonio para llenar ese tanque emocional y así crecer en el amor, afianzando nuestro vínculo por medio de nuestra mutua satisfacción.
Cuando somos novios hacemos todo y de todo por complacer a la pareja y la gran mayoría de las veces lo hacemos sin ser conscientes de ello. Luego, ¿por qué ya casados no ponemos tanto empeño en seguir agradando al otro?
Damos menos atención a cuáles son sus necesidades y muchas menos nos esmeramos en satisfacérselas. Enfatizamos nuestra atención en otras cosas, que, si bien son nobles como el cuidado de los hijos, el trabajo, etc., no nos están uniendo como pareja, es decir, no están alimentando nuestro vínculo.
Necesitamos reconocer que hombres y mujeres tenemos necesidades distintas y para que mi relación de matrimonio mejore y cada día nuestro vínculo sea más sólido es esencial conocerlas y satisfacerlas mutuamente por medio de actos de amor, de servicio. Los problemas luego vienen de que yo creo que estoy amando al otro dándole lo que yo creo que necesita porque como es lo que yo necesito o a mí me hace feliz, pienso que con el otro pasa lo mismo.
Esta información que a continuación te comparto es fruto de la experiencia laboral de un terapeuta familiar y de relaciones matrimoniales que ha trabajado por años en parejas y ha logrado sacar estas estadísticas, claro que hay excepciones a la regla.
F. Harley, Jr., en su libro “Lo que él necesita, lo que ella necesita” dice de que hombres y mujeres somos diferentes y con distintas necesidades emocionales. Entonces muchos matrimonios tienen problemas porque no conocemos ni comprendemos las necesidades de la pareja.
Hoy en día los terapeutas más que enseñar cómo comunicarse en pareja tienen que enseñar a amar a la pareja, a comunicarse el amor, siendo este un acto de la voluntad, una actitud de vida, un movimiento de auto vencimiento, es decir, a hacer actos heroicos por el cónyuge.
Todo esto nos vienen a romper los esquemas que estamos viendo hoy en la sociedad como el egocentrismo, el hedonismo, el inmanentismo, el egoísmo donde nos invitan a ser primero yo, luego yo, y por último yo.
A continuación, te comparto las necesidades emocionales que Harvey nos presenta en su libro. Así mismo, te las acompañaré de una pequeña explicación:
Una mujer necesita sentirse amada, valorada, querida, apreciada, sentir que es especial y constantemente escuchar palabras reafirmantes. Hombres: digan cosas lindas a sus mujeres y ya verán que lo que lograrán en ellas. Recuerden que “hacer el amor” es un acto que comienza desde que amanece.
Resulta que el hombre se casa pensando que tendrá su intimidad resuelta. ¿Y qué sucede poco después de la luna de miel? ¡Que se da cuenta de que se ha casado con una mujer que sufre terribles y casi diarios dolores de cabeza! Muchas mujeres comenten el gravísimo error de “castigar” al esposo con esto, negarse a tener intimidad por razones que no son precisamente de peso.
Aquí es importante aclarar lo siguiente: una de estas ideas erróneas es que el sexo es una necesidad vital y que está bien que “lo practiques” cada vez que lo “sientas”. ¡Mentira! Necesidad vital es comer, dormir, etc. Necesidad que si no se satisface a corto plazo perdemos la vida. ¿Cuándo has visto a alguien en la sala de emergencias de un hospital muriéndose por falta de actividad sexual?
El sexo es un apetito, un instinto, una expresión del amor que no puede ser reducido a mera biología; es un regalo que está al servicio del hombre para un fin muy específico: comunicar amor.
La mujer que de todo se da cuenta y su cerebro almacena todo como computadora observa y piensa: “No me ha dado dinero para comprarme ese vestido, no me ha dicho que me veo bonita con mi nuevo corte de cabello y hace mucho que no me dice que me quiere, entonces no me interesa estar lista entre las sábanas para él” (claro que yo lo pongo con palabras más elegantes porque las que en realidad pasan por la mente de la mujer no son precisamente aptas para leerse). ¡Grave error, mujer! No chantajees ni manipules a tu marido con eso porque con esto lo único que estás generando es un círculo vicioso.
La mujer percibe: no me quiere porque no me da afecto, y él percibe: no me quiere porque no está dispuesta para mí. ¿Cómo romper este círculo? Pensando cada uno en la necesidad del otro. Así que mujercita si no tienes “ganas”, ¡pues las encuentras! Recuerda que el principal órgano sexual es el cerebro.
La sexualidad humana es diseño de Dios por lo tanto es perfecta. Quizá no tenemos claro todo lo que se transmite mediante el acto íntimo. Ese mismo acto Dios lo utiliza como fuente de infinitas gracias o ayudas para el matrimonio es por eso que ese acto es sagrado.
Varón, tu mujer necesita soltar las más de 10 mil -muchas más- palabras que “necesita” decir al día, por eso cuando ella comience a hablar simplemente escúchala. De hecho, cuando ella habla la mayoría de las veces es solo para eso, para que la escuches y no para que le des soluciones. Dale tiempo para que hable y hable y tú muestra interés. Sí -y solo sí- ella te pide consejo, dáselo.
Mujer, a tu esposo le fascina compartir tiempo contigo, hacer cosas en pareja, necesita sentirte a su lado. El hombre difícilmente puede estar solo, necesita estar acompañado, no disfruta tanto de la soledad como lo haría una mujer. Si busca tu compañía, aunque sea para que le acompañes a poner combustible, ve con él. Recuerda que uno le dedica tiempo a aquello que ama.
Busquen coincidir en intereses. Vayan al cine y luego comenten la película. También, si a él le gusta el golf, pueden compartir tiempo juntos. La mujer espera cómodamente en el carrito y entre hoyo y hoyo pueden conversar.
A la mujer la deshaces con mentiras y hay hombres que con tal de no tener problemas con ella las dicen. Lo mejor es tener una comunicación abierta y no ocultar nada. Por el otro lado, la mujer necesita estar dispuesta a escuchar absolutamente todo de su esposo, esté o no de acuerdo.
El hombre es visual y necesita tener una mujer de la cual sentirse orgulloso. Luego las esposas se acomplejan y viven en la queja de que están gordas, llenas de celulitis, flácidas y llenas de estrías. Créanme cuando les digo que su esposo lejos de ver eso a lo que ustedes llaman “imperfecciones o defectos”, ven a una mujer -su mujer- a quien amar.
Mujer, recuerda que tu atractivo radica en que seas escultural sino en que seas inteligente, segura, íntegra, agradable, aseada, pulcra; en que te cuides porque sabes y reconoces tu valor como mujer. No necesitas ser una “Miss Universo” sino ser la mejor versión de ti misma y ser atractiva a los ojos de tu hombre. No necesitas que te digan frases morbosas como “estás bien buena” para subir tu autoestima obteniendo ese tipo de reconocimiento porque la belleza no es tan solo imagen sino una actitud de vida.
Y no es porque sea interesada, es una seguridad inconsciente, pero muy real. En el reino animal, cuando los lobos llegan a querer aparearse con la loba, ella instintivamente elige al más fuerte porque sabe que protegerá a sus crías. Lo mismo sucede con la mujer, necesita tener la certeza de que su esposo la protegerá a ella y a sus hijos. En esta necesidad emocional el hombre responde siendo el proveedor principal, cuidando lo que gana e invirtiéndolo principalmente en su familia.
El hombre necesita un hogar de paz, llegar a su casa sintiendo que arriba a un ambiente de tranquilidad y cordialidad. Que la familia -la esposa en especial- le hagan sentir bienvenido, todos emocionados cuando le vean entrar. Por favor, que no le dé más gusto al perro de verle que a la familia.
Mujeres, cuidado con las amenazas que suelen decirles a los hijos, tales como “ya verás cuando llegue tu padre cómo te irá”. Si hacemos eso, los chicos, en vez de estar esperando a papá con gusto estarán muertos de miedo y sin deseos de que él llegue.
La mujer necesita tener la garantía de que será un buen padre que guiará a toda la familia por un camino de virtudes y amor. Necesita tener la certeza de que para él su primer compromiso es con la familia, en especial con ella.
El hombre necesita sentirse admirado y que se lo hagan saber, en especial, su mujer. Necesita sentir que todo lo que hace es reconocido por ella, por su familia. Mujer, procura que de tu boca salgan menos quejas y más palabras de afirmación hacia tu esposo. Que con tu actuar y tu hablar él se dé cuenta que de verdad reconoces y aprecias todo lo que él es y lo que hace. Hazle sentir que el don de su persona es valiosísimo para ti.
Después de enumerarte y explicarte las 5 necesidades emocionales básicas de cada uno dentro de la pareja la invitación el día de hoy es que tú salgas de ti mismo, de tu egoísmo y egocentrismo y te enfoques centrándote en las necesidades de tu cónyuge, no solo para conocerlas sino para satisfacérselas de acuerdo a cómo lo necesite.
Ninguna terapia de pareja servirá para unir matrimonios o enseñarles a comunicarse si no tienen amor que comunicar. Hay que alimentar el amor porque el amor logra que uno salga de sí mismo y se proyecte hacia su pareja. Esto es, no me fijo en mis necesidades sino en las necesidades del que tengo enfrente, en este caso de mi cónyuge.
Recuerda que también nos casamos para hacer feliz a otro ser humano, para amarlo y para mutuamente ayudarnos, es por eso que hay que salir de uno mismo y pensar en la necesidad del otro y, aunque yo no sienta hacerlo, satisfacer su necesidad por amor.
Alimentemos nuestro vínculo porque no se puede renunciar a un matrimonio solo porque ya no estoy a gusto o feliz, eso tiene remedio. Si las necesidades emocionales estuvieran mutuamente satisfechas el índice de infidelidades y divorcio disminuiría tremendamente.
religionenlibertad.com 10 febrero 2018
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