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Sobre la castidad
Año Santo de la Misericordia
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Siento tener que entrar en todos estos detalles, pero debo hacerlo. La razón es que vosotros o yo, hemos sido permanentemente alimentados de rotundas mentiras acerca del sexo.
Las perversiones del apetito por la comida son raras. Pero las perversiones del instinto sexual son numerosas, difíciles de curar y terribles
No hay nada de qué avergonzarse en el hecho de que la raza humana se reproduce de una cierta manera, ni en el hecho de que esto produzca placer. Si se refieren a eso, tienen razón. El cristianismo dice lo mismo. Es casi la única de las grandes religiones que aprueba el cuerpo totalmente. *
Opino que debemos avergonzarnos y mucho del estado en el que se encuentra ahora el instinto sexual
Cree que la materia es buena,
El cristianismo ha glorificado el matrimonio más que ninguna otra religión.
Dios no nos juzgará como si no tuviéramos dificultades que sortear. Lo que importa es la sinceridad y perseverancia de nuestra voluntad para sortearlas.
Es fácil pensar que queremos una cosa cuando realmente no la queremos
Un famoso cristiano nos dijo hace mucho tiempo que cuando era joven rezaba constantemente pidiendo la castidad. Pero más tarde se dio cuenta de que mientras sus labios decían Dios mío, dame la castidad, su corazón añadía secretamente: ... pero no todavía.
Hay tres razones por las que ahora nos es especialmente difícil desear (para no hablar de conseguir) la castidad completa.
1. En primer lugar, nuestra naturaleza caída, los demonios que nos tientan y toda la propaganda contemporánea en favor de la lujuria.
Asocian la idea de la permisividad sexual con las de la salud, la normalidad, la juventud, la franqueza y el buen humor. Esta asociación es una mentira.
Para cualquier tipo de felicidad, incluso en este mundo, se necesitará una gran dosis de control
La mentira consiste en pretender que todo acto sexual al que te sientes tentado es ipso facto saludable y normal.
Ceder a todos nuestros deseos evidentemente conduce a la impotencia, la enfermedad, los celos, la mentira, la ocultación y todo aquello que es lo opuesto a la felicidad, la franqueza y el buen humor.
2. En segundo lugar, muchos se rinden ante la práctica de la castidad cristiana porque creen (antes de intentarlo) que esto es imposible.
Pero cuando algo ha de ser intentado, nunca se debe pensar en la posibilidad o la imposibilidad.
Muy a menudo, lo que Dios nos otorga primero no es la virtud en sí sino el poder de volver a intentarlo de nuevo
Podemos ciertamente estar seguros de que la castidad perfecta no será alcanzada por nuestros meros esfuerzos humanos. Debemos pedir la ayuda de Dios.
Después de cada fracaso, pedid perdón, levantaos del suelo y volved a intentarlo.
Pues por muy importante que sea la castidad, este proceso nos entrena en hábitos del alma que son más importantes todavía.
La virtud, incluso la virtud que se intenta, trae consigo la luz; la permisividad trae las tinieblas
3. En tercer lugar, la gente a menudo malinterpreta lo que la psicología nos enseña acerca de las represiones.
Aquellos que seriamente intentan practicar la castidad son más conscientes de su propia sexualidad.
Fuente: C. S. Lewis, Mero cristianismo
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