Los guerrilleros estaban completamente armados pero, como hago con todos, les di una cálida acogida, manifestando gran alegría ante su llegada. Les pedí que dejaran sus armas a un lado y, después de servirles un buen desayuno, nos sentamos a conversar.
Uno de los guerrilleros me dijo: «Padre Charles, quiero decirte la verdad. Venimos con la intención de matarte, pero lo pensamos dos veces por la hospitalidad y la bienvenida que nos diste. Está claro que tú no nos odias».
Entonces el líder de los guerrilleros abrió su bolsa, sacó un papel con 22 nombres y me lo dio. Lo que más me sorprendió fue que los primeros 20 nombres de la lista estaban tachados y el número 21 era el mío. Entonces pregunté por qué mi nombre aparecía en ese papel y por qué los otros 20 nombres estaban tachados. Me respondieron que los 20 nombres tachados eran los de aquellos que acababan de matar. Que yo era el siguiente porque había sido acusado de traidor. Entonces pregunté por qué se me consideraba traidor. Y la discusión siguió así:
- ¿Es verdad que tú vas frecuentemente al campamento de la policía?
- Sí.
- ¿Por qué vas allí cuando sabes muy bien que ellos pertenecen al régimen enemigo de la revolución y del pueblo?
- Voy allí para pedir a los policías que recuperen las cosas robadas de nuestra comunidad. Por aquí pasan muchos ladrones. De todos modos siempre les suplico que no tomen represalias contra ninguno de ellos.
- Felicidades padre Charles, no te mataremos porque nos has dicho exactamente lo que tus fieles nos dijeron de ti. Ellos estaban dispuestos a dar su vida por ti. Pero ahora vamos a matar al que te acusó.
- ¡Oh no, por favor, no lo maten! Yo nunca digo a nadie la razón por la cual voy al campamento de la policía, y quizá por eso sospecharon de mí. Gracias por perdonarme la vida. Por favor, perdónensela también a esa persona. Probablemente no sabía por qué iba yo a la policía.
Después de este diálogo pueden ustedes imaginar cuán feliz estaba yo de haber escapado de la muerte, y cuánta gratitud sentía hacia el Señor, por haberme ayudado a escapar de la boca del león. Mi afecto por los fieles se acrecentó mucho después de saber que ellos estaban dispuestos a dar la vida por mí, especialmente cuando vieron que la acusación era infundada.
Charles Mafurutu
Bulawayo (Zimbabue)
100 historias en blanco y negro
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