La inmensa multitud que ha invadido las calles de París, el domingo 13 de enero, para manifestarse contra la legalización de los matrimonios homosexuales deseada por la presidencia Hollande ha asombrado por la variedad de su composición.
Había cristianos y ateos, musulmanes y hebreos, conservadores y progresistas. Había también homosexuales. Todos acomunados por la defensa de la familia natural formada por padre, madre e hijos.
Pero el elemento que más ha impresionado, antes de la manifestación, ha sido la consonancia de visión entre Benedicto XVI y el gran rabino de Francia Gilles Bernheim argumentando las razones de la protesta.
Pero no ha sido sólo el líder espiritual de los hebreos de Francia quien ha manifestado esta oposición.
También en Roma, el guía de la que es considerada la comunidad hebrea más antigua de Occidente piensa lo mismo.
Lo ha manifestado el portal de los hebreos italianos Moked, iniciando una polémica con el artículo publicado por el principal periódico italiano, el "Corriere della Sera", que dejaría entender – escribe Moked – "que el documento del rabinato francés constituye una rara y valiente novedad en el marco de un hebraísmo normalmente silente, especialmente en Italia, sobre las grandes cuestiones civiles".
En realidad, desea precisar Moked, "el hebraísmo italiano, y con él su rabinato, ha estado silente sólo para quien no ha querido escucharlo".
Para comprobar esta afirmación, el portal de los hebreos italianos rememora el hecho de que "el rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni, utilizó hace más de cinco años argumentos sólidos y palabras muy claras, para algunos demasiado claras, para decir las mismas cosas que hoy nos repite el rav Bernheim".
La referencia es un nota que Di Segni escribió en 2007, cuando el parlamento italiano debatía un proyecto de ley respaldado por el gobierno de Romano Prodi, y que no llegó a buen puerto, en el cual se reconocía jurídicamente a las parejas de hecho, incluidas las homosexuales.
De esa intervención de 2007, hoy de nuevo de actualidad, se deduce que efectivamente en lo que concierne a la oposición al matrimonio entre homosexuales la voz del rabino de Roma está al unísono con el gran rabino de Francia y con el Papa, pero manteniendo las divergencias – confirmadas por el portal Moked – sobre otras cuestiones con fuertes implicaciones morales, como la fecundación artificial.
Escribe Di Segni en el pasaje central de su nota:
"Según la Torá, los hebreos deben observar 613 reglas, pero esto no quiere decir que los hebreos no deban tener ninguna regla, porque en realidad también ellos las tienen, enmarcadas en siete capítulos fundamentales, los llamados preceptos de Noé o Noájidas, ley natural".
Son palabras que documentan cómo la existencia de una "ley natural" válida para todos los descendientes de Noé, es decir para todos los hombres, no es una fijación del Papa, de los obispos y de la Iglesia católica. Según la competente opinión del rabino jefe de Roma, es una tesis fundamental también del hebraísmo.
Y esto tiene consecuencias también en la vida pública. Escribe Di Segni: "Es nuestro deber como hebreos persuadir a los no hebreos a respetar sus reglas. Es cierto que no podemos permanecer indiferentes cuando se rebasan ciertos límites aceptando, por ejemplo, que la ley del Estado admita el homicidio, el robo, el incesto", y ahora también las "parejas homosexuales". Cuando la sociedad "rebasa sobremanera los límites ilícitos es nuestro deber oponernos a estas elecciones".
La nota del rabino jefe de Roma es de obligada lectura. Hela aquí, a continuación, reproducida íntegramente.
de Riccardo Di Segni
«Hay un extraño silencio de los distintos exponentes del hebraísmo italiano sobre un tema que ha sido muy debatido en Italia, el de la ley sobre los "derechos y deberes de las personas que conviven de manera estable", cuya sigla es DICO, la ley sobre las uniones de hecho [presentada en el año 2007 por el gobierno Prodi].
»Alguno, tal vez no bien informado, ha sostenido que un presunto silencio por nuestra parte quizá sea debido a la reticencia de compartir públicamente las posiciones de la Iglesia católica.
»Es verdad, y también raro, que las instituciones hebreas no han intervenido hasta ahora en un debate que abarca de manera más general los temas de las políticas de Estado sobre la familia. Pero hay dos buenos motivos para que se rompa este silencio.
»El primero de los dos buenos motivos es externo, en el sentido que implica la responsabilidad del hebraísmo hacia la sociedad externa.
»El otro es interno, atañe a la estructura y el futuro de nuestra comunidad.
»Veamos el primero. Uno de los temas más delicados y controvertidos en la propuesta de ley sobre las parejas de hecho es el reconocimiento jurídico de la convivencia entre personas también del mismo sexo.
»Ciertamente, no es el matrimonio homosexual aceptado formalmente en otros países, pero en todo caso es una primera forma de reconocimiento legal de las uniones homosexuales. En el debate sobre este tema entran en juego elementos de principio de los fundamentos de la sociedad moderna, la cuestión de la laicidad del Estado, las libertades individuales, la interferencia de los principios religiosos, etc.
»¿Qué tiene que decir en mérito la tradición hebrea? Una posición política habitual entre los hebreos, a menudo compartida también por los más ortodoxos, es la de no intervenir en las elecciones de libertad que el Estado hace para sus ciudadanos, reservando sólo a la conciencia individual el derecho y el deber de hacer elecciones rigurosas personales sobre argumentos para los cuales la ley del Estado concede espacios permisivos y de libertad.
»Pero esta es una regla que no puede ser válida para siempre. Según la Torá, los hebreos deben observar 613 reglas, pero esto no quiere decir que los hebreos no deban tener ninguna regla, porque en realidad también ellos las tienen, enmarcadas en siete capítulos fundamentales, los llamados preceptos [de Noé o] Noájidas, ley natural. Y es nuestro deber como hebreos persuadir a los no hebreos a respetar sus reglas.
»Cómo se puede llevar esto a cabo, es difícil decirlo. Es cierto que no podemos permanecer indiferentes cuando se rebasan ciertos límites aceptando, por ejemplo, que la ley del Estado admita el homicidio, el robo, el incesto.
»El argumento que es motivo actual de debate entra en cierto aspectos (no las convivencias en general, sino de forma específica las parejas homosexuales masculinas) en límites considerados insuperables.
»El problema no parece ni siquiera tan nuevo, como testimonia el pasaje del Talmud Babilónico (Chullin 92b) en el cual se dice que uno de los pocos límites que las naciones del mundo no han rebasado es que aún no permiten "escribir la Ketubah a los varones", aunque no están ciertamente atentas a que se respete la prohibición de las prácticas homosexuales. La Ketubah es el contrato nupcial en el cual el esposo se compromete con la esposa. "Escribir la Ketubah a los varones" significa ratificar la unión homosexual con un régimen de garantías judiciales y económicas.
»En resumen, si bien esta actitud podría ser considerada poco “correcta políticamente” según la sensibilidad actual, no debemos ignorar que con arreglo a nuestra tradición, la sociedad que está a punto de hacer estas elecciones rebasa sobremanera límites ilícitos, por lo que es nuestro deber oponernos a estas elecciones y no permanecer indiferentes.
»Obviamente, nuestros únicos instrumentos son los de la democracia: la palabra, y el voto, y no debemos dejar de usarlos. La objeción fundamental es que de esta manera actuamos contra el libre derecho a las elecciones individuales. Pero en temas de "frontera" como estos, que no son compartidos en absoluto por amplias mayorías, existe también el derecho y el deber a la disensión. Nunca existen derechos ilimitados y estamos llamados a decidir, de forma colectiva, cuál es la definición del límite.
»El segundo motivo por el cual el debate en curso no nos debe dejar indiferentes concierne a las temáticas generales de la familia.
»La ley sobre las uniones de hecho es la expresión de un cambio radical en las estructuras de la sociedad contemporánea, en la cual la tradicional institución de la familia ya no representa el modelo de organización que prevalece de manera absoluta.
»La sociedad cambia y la ley lo debe tener en cuenta. Por lo tanto, no tendría sentido ensañarse contra una ley que intenta tutelar, dar alguna seguridad y también garantizar las formas de solidaridad hacia los débiles que, en nuestra tradición, son de esencial importancia.
»Por tanto, salvo la reserva inicial expresada más arriba, si el problema es la defensa de los débiles, debemos ser favorables. Pero hay que ver si éste es verdaderamente el problema, y si la ley propuesta puede resolverlo.
»El problema para nosotros es otro, porque el debate general en curso ha deformado los puntos de vista, reduciendo la cuestión a la oposición entre los defensores de las libertades civiles y los defensores, como la Iglesia católica, del modelo tradicional de familia.
»Es un debate apasionante, pero si nos detenemos en estas dos polaridades se corre el riesgo de ignorar lo que debe ser el verdadero problema para nosotros, que está en el origen de la ley y que como hebreos italianos nos afecta de manera devastadora, aunque parezca que no nos hayamos dado cuenta.
»La sociedad hebrea italiana, como en el resto del mundo occidental, ha hecho propios los modelos de organización de la sociedad no hebrea, incluso a veces los ha anticipado. Pero el precio que ha pagado, y está pagando, por esta elección colectiva es la evolución hacia la drástica reducción numérica, y en algunos lugares casi la extinción.
»En algunas comunidades ha habido una reducción de hasta el 45 por ciento. Sólo Roma parece haberse salvado un poco del "ciclón" demográfico, pero los resultados esperados a medio plazo no son alentadores. Las causas del desastre son múltiples: menos matrimonios y mucho más tarde, menos hijos, vínculos matrimoniales muy inestables (separaciones, divorcios), envejecimiento general de la población y un número mayor anual de decesos respecto a los nacimientos. A esto se añade el problema de los matrimonios mixtos que, cuando los hay, muy a menudo son sólo convivencias.
»Sin entrar en el mérito de la problemáticas religiosa, es innegable desde el punto de vista social que estas uniones mixtas son el signo de una relación débil con el hebraísmo y que de ambas partes de la pareja, una no hebrea y la otra débilmente relacionada con el hebraísmo, en la gran mayoría de los casos la descendencia estará aún más débilmente relacionada con el hebraísmo y servirá de poco, en términos hebreos, la conversión formal de uno de los progenitores.
»Esto es lo que para nosotros significa modificación o crisis del modelo tradicional de la familia. Tal vez la sociedad circundante pueda permitirse (hasta cierto punto) remodelarse según las modificadas condiciones económicas y sociales. Nosotros, no. Debemos tener claro entonces que si hacemos del debate sobre las parejas de hecho una bonita cuestión de derechos civiles no hemos entendido nada de nuestros verdaderos problemas. Es urgente una toma de conciencia por parte de todos, y de los líderes en especial, como también el inicio de una política seria sobre el tema de la familia».
Sandro Magister / L´esspreso (15 enero 2013)
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