Hay muchas cosas que pueden causar traumas y estrés, pero la ciencia está confirmando cada vez más que repensar y rumiar una y otra vez los momentos malos, es decir, preocuparse demasiado, agrava el nivel de daño mental y emocional de la persona.
Una investigación en 2013 de la Universidad de Liverpool (de su Instituto de Psicología, Salud y Sociedad), a partir de 32.827 personas estudiadas con un test en 172 países, confirmó que el pensamiento insistente o compulsivo acerca de un problema causa más daño psico-emocional que el problema en sí. Por el contrario, las personas que no piensan mucho en sus problemas o las heridas del pasado tienen mejor salud mental y emocional.
"Los individuos que no rumian sus problemas ni se culpan por las experiencias negativas de su vida tienen niveles de depresión mucho menores que las que sí lo hacen", constataba Peter Kinderman, el profesor de psicología clínica que lideró el estudio.
En este contexto tiene sentido reflexionar sobre unas sencillas enseñanzas de quien fuera el obispo de Colima, México, Rogelio Sánchez González (1921-2011), quien en su libro "Relaciones humanas", recientemente recordado en PildorasdeFe.net, proponía 5 formas de controlar estos pensamientos.
1.- Si nuestra preocupación es por algo presente, es útil el analizar cuidadosamente el problema, luego buscar lo que se puede hacer para solucionarlo, y finalmente decidirse por alguno de los medios que aparecen.
2.- No hacer grande lo pequeño. No agitarse por naderías. Válgase de aquel dicho popular: “Más se perdió en el diluvio”.
3.- Alegrarnos de lo que tenemos y no prestar atención fija en lo que no tenemos y que quizá ni falta nos hace. Muchas de nuestras exigencias no nos hacen felices, solo crean servidumbres y preocupaciones.
4.- No hagamos caso de críticas, calumnias o burlas. Hagamos el bien y dejemos que critiquen. Es frecuente que se critique a personas que valen y precisamente porque algo se están destacando. También a Cristo lo criticaron y aun lo traicionó un amigo. Que las críticas nos ayuden a perfeccionarnos.
5.- El encomendarse a Dios y confiar en su poder y en su amor a nosotros, disipa muchas preocupaciones. La oración confiada es de los mejores medios para tranquilizar en los problemas y para resolverlos mejor. Cristo sufría en el Huerto de los Olivos y le dio fortaleza.
Te invitamos a que en tus momentos de preocupación te dirijas a Dios orando con el salmo 33:
“Bendeciré en todo tiempo a Dios,
sin cesar en mi boca su alabanza;
Ensalzad conmigo a Dios,
exaltemos juntos su nombre.
Consulté a Dios y me respondió:
me libró de todos mis temores.
Si grita el pobre, Dios lo escucha,
y lo salva de todas sus angustias.
El ángel de Dios pone su tienda en torno a sus adeptos y los libra.
Gustad y ved lo bueno que es Dios ,
dichoso el hombre que se acoge a él.
Respetad a Dios, santos suyos,
que a quienes le temen nada les falta.
Los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan a Dios de ningún bien carecen.
Huye del mal y obra el bien,
busca la paz y anda tras ella.
Los ojos de Dios sobre los justos,
sus oídos escuchan sus gritos.
Cuando gritan, Dios los oye y los libra de sus angustias;
Dios está cerca de los desanimados,
él salva a los espíritus hundidos.
Muchas son las desgracias del justo,
pero de todas le libra Dios”. (Salmo 33)
Fuente: Rome Reports.
religionenlibertad.com 29 febrero 2016
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