El padre César Truqui
¿Cómo es la vida de un exorcista? ¿Qué episodios se afrontan ejerciendo ese ministerio? ¿Es posible identificar un poseído o un endemoniado? ¿Cómo responder al influjo del mal en la vida cotidiana? Relatos sobrenaturales, sí, pero también la vivencia diaria de quien combate a los demonios. Todo eso puede encontrarse en un relato apenas publicado en Italia. Un verdadero diario, recopilado por la periodista Chiara Santoniero con César Truqui. “Profesión exorcista” es el título. El sacerdote mexicano, protagonista de la historia, respondió algunas de estas interrogantes en entrevista con el Vatican Insider.
En este libro hay una serie de experiencias personales que como exorcista he tenido, esencialmente, y lo que quiso hacer la periodista es presentar la vida de una sacerdote, desde que se levanta a la mañana hasta que se va a dormir.
Lo que más impacta pienso que es poder tocar con mano la realidad espiritual del demonio. Él, sabemos, es un ser espiritual que no tiene cuerpo y ni siquiera palabra, sin embargo cuando, por permiso divino posee a una persona, el demonio se expresa a través de ella, por lo tanto podemos ver la mirada satánica, el tono diabólico, percibir su soberbia, sentir su odio hacia los hombres. Todo esto, que puedes aprender en el evangelio, lo tocas con mano durante los casos de posesión.
En mi caso pedí permiso al obispo de Coira, en Suiza, que es donde estoy trabajando, porque se me acercaron diversas personas pidiendo una ayuda espiritual de exorcismo, por lo tanto mi deseo fue el ayudar a las personas. Lo mismo sucede con todos los sacerdotes exorcistas que cada vez se encuentran con más casos, hombres o mujeres, ancianos o jóvenes, con necesidad espiritual, no sólo de una bendición normal sino de un exorcismo.
Me fue dicho que hace algunas semanas la Radio Vaticana habló del incremento de un 200 por ciento en casos en Italia, no de posesión, pero sí de personas que se dirigen al exorcista. Como muestra basta botón, si en Italia han crecido los casos y la necesidad de los exorcistas, se puede decir que en otros países pasa lo mismo, sea en México, sea en Latinoamérica o en Europa. ¿Por qué? Por una parte, porque ha crecido la conciencia sobre la realidad espiritual y, por otra, ha aumentado la gente con la necesidad de acudir a un exorcista.
Así es, hay una percepción mayor del mal, sea a nivel moral, físico, en el trabajo. En todos los niveles. Este aumentar de la conciencia de un mal que crece cada vez más en la sociedad, en las familias y a todo nivel, pienso puede ser la causa de que la gente vaya a pedir un exorcista.
Lo mejor es que el sacerdote exorcista pueda hablar con la persona que pide su ayuda. En ciudades como Roma, donde las peticiones son muchísimas, es más difícil. Lo que debe hacer un exorcista es un discernimiento de los espíritus, hablar con la persona, escucharla, para saber por qué la considera que necesita un exorcista.
El exorcista debe buscar los signos de una posesión, hablar y entender lenguas muertas como latín, griego, arameo, tener una fuerza que va más allá de la naturaleza o ser capaz de decir cosas ocultas o escondidas o lejanas. Un cuarto signo es la aversión a lo sagrado. Estos cuatro signos que vienen explicitados en el manual de exorcismo. También se deben buscar elementos que le hagan descubrir al exorcista que se ha recurrido a un mago, se han hecho ritos satánicos, esotéricos o mágicos. Más elementos de este tipo encontramos, más elementos de juicio tendrá el sacerdote para poder discernir un caso de posesión demoníaca.
Hay mucha confusión en la gente, el peligro es querer ver al demonio en todos lados cuando no es así. El demonio no es ni omnipresente ni omnipotente, aunque existe y puede actuar. Los exorcistas nos damos cuenta que puede haber confusión en las personas cuando creen que una enfermedad psicológica o un ensañamiento de las circunstancias son producto de una acción demoníaca. Cono el problema económico mundial, que lleva más de 10 años y hace que las personas pierdan su trabajo, estén llenas de estrés o haya conflictos familiares. Todo eso lo ponen junto y dicen es culpa del diablo, pero no es así.
La respuesta es sí y no. En países como Italia, en diócesis muy concretas como Roma, Milán y Turín, lo son. En Ciudad de México sé que existe un buen grupo de exorcistas, bien formados y numerosos que son parte de la diócesis y tienen un número suficiente. Pero hay otros países, ciudades y diócesis donde no encuentras nada. Por lo tanto hay un desequilibrio. ¿Cuál sería el número adecuado de exorcistas? Uno por diócesis. Bastaría eso para que las diócesis estén suficientemente preparadas para los casos que se presentan. El Vaticano no tiene un sistema de coordinación de los exorcistas, eso lo deja a discreción de las diócesis.
Si, seguramente sí. De hecho, en 1970 la Congregación para la Doctrina de la Fe emitió un documento titulado “El demonio”, en el cual tuvo que explicar a los ambientes católicos detalles de la existencia de esta figura. Si la Santa Sede tuvo que emitir un documento eclesial sobre esta realidad es que había necesidad.
Le recomendaría mucha vida de oración; que rece todos los días, con mucho fervor y atención. Los sacramentos no pueden faltar, la misa de los domingos. En el caso en que, desgraciadamente, se pueda caer en pecado mortal, acudir a la confesión, y en los casos en los cuales se necesita una intervención mayor, porque se percibe que existe algo extraordinario, buscar un sacerdote -en lo posible un exorcista-, para pedirle ayuda.
REUTERS 23/03/2018
Lo más reciente