Pensaba que me había hecho católico

 

Mi nombre es Alessandro Ricordo Lima, nací el 28.02.75, en Brasilia, la capital federal de Brasil, donde actualmente vivo; soy el tercero de los cuatro hermanos. Antes de cumplir un año, mis padres me llevaron a una Iglesia Católica, a la Parroquia de San José, en la Ciudad de Río de Janeiro, y allí me bautizaron.

Pero no seguí a la fe católica, sabiéndome católico. Desde pequeño solía acompañar a mi hermano mayor a una escuela de evangelización dominical en una Iglesia Luterana. Crecí profesando y viviendo la fe luterana, siguiendo los pasos de mi hermano, y con asiduidad frecuentaba la comunidad de la Iglesia Luterana de Brasilia.

Sin embargo, sólo por agradar a mi padre, que seguía con fidelidad la fe católica, me dispuse a recibir la Primera Comunión cuando tenía quince años. Aún siendo luterano convencido, siempre mantenía una "admiración" por la vida y ejemplo de la Virgen Maria y recuerdo que me "gustaba" la figura del Papa Juan Pablo II.

Al final de mi adolescencia empecé a interesarme por las corrientes de espiritismo, magia e alquimia, por pura curiosidad, sin meterme demasiado en sus principios o acciones. Creía que conociéndolos mejor también podría combatirlas y criticarlas mejor.

Al terminar el bachillerato, ingresé en un curso preparatorio para la Universidad, donde tuve la oportunidad de conocer a muchos jóvenes católicos. En ese período empecé a interesarme un poco más por la Iglesia Católica.

Abandoné, entonces, el luteranismo y pensaba que me había hecho católico. Era un joven católico como muchos, que tienen un conocimiento muy superficial de la doctrina cristiana.

Tras realizar los estudios de Informática, en la Universidad de Brasilia, el 1997, pude trabajar como Analista de Sistemas, con reconocimiento y éxito en esta área de trabajo, y algunos diplomas en el área de desarrollo informático.

El 1999 me trasladé a la ciudad de Río de Janeiro y, por influjo de algunos parientes y amigos, frecuenté los encuentros y cultos de una comunidad cristiana conocida como "Maranatá". Allí me convertí al Movimiento Pentecostal, o "Pentecontalismo", debido a los principios e ideas que me enseñaron y que me hicieron creer que eran verdaderas. Así me "bauticé" otra vez. Creo que el motivo mayor de tal decisión, fue la escasa catequesis que había recibido.

Durante todo el año 99 fui un fervoroso protestante, y como es normal, no me faltó el odio y la aversión a la Iglesia Católica. En la Iglesia Protestante tuve acceso a innumerables informaciones que revelaban las "mentiras del catolicismo". Me metí con empeño y dedicación a pesquisarlas, estudiarlas y divulgarlas. En una de los tantos búsquedas de informaciones y pesquisa, la Providencia me condujo o una página de la Internet titulada Agnus Deí. El primer artículo leído en esta página fue uno que trataba de la "Concordancio Bíblica". En el artículo había una frase que me llamó mucho la atención: "La Biblia es hija de la Iglesia y no su madre!" Mi reacción fue de espanto y mucha ira, porque, como todo buen protestante, yo admitía que únicamente la sola scriptura corriese por mis venas. Mi indignación fue tal que me quitó el sueño. De inmediato me puse a buscar el profesor Carlos Romalhete, autor del artículo, y al creador y responsable de la página, el Sr. Carlos Martins.

Mantuvimos una serie de debates y discusiones acerca de la frase. Pronto me empecé a asustar cuando leía los Escritos Patrísticos, porque en ellos veía que los primeros cristianos ya profesaban y confesaban el Catolicismo, y no la novedades traídas con lo Reforma. Empecé a ver que lo que me enseñaban en el protestantismo no era la Iglesia Católica, sino una caricatura de ella.

El hecho decisivo fue cuando presenté a mis "hermanos" unos documentos que afirmaban que la Iglesia Católica había incluido los libros "apócrifos" en la Biblia durante el Concilio de Trento. Entonces, ellos me enseñaron fragmentos de actas conciliares donde la Iglesia había canonizado tales libros desde hacía mil años. Pude constatar que los documentos protestantes que tenía en mis manos, y que además los divulgaba como luz y guía de la verdad, era una gran obra engañadora.

Fue en este día, no sin dolor y tristeza por haber perseguido a la Iglesia de Dios, cuando me convertí al Catolicismo.

Desde mi conversión, tuve que enfrentar muchísimos problemas, principalmente los causados por mis amigos y parientes. Por ello, en marzo de 2000 regresé a Brasilia y preparé una página en la Internet, la "Ictis", por entender que tenía la obligación de aclarar a los "católicos" que piensan que son católicos, pero no lo viven, y a los protestantes que piensan que son cristianos. Me dediqué con mucho ahínco a los Estudios Patrísticos y, a cada lectura y a cada estudio, me hacía más y más católico, y tenía la certeza del camino que había abrazado.

Hoy me dedico al estudio de los orígenes cristianos, buscando divulgar lo que tengo descubierto y las fuentes de mis informaciones para que otros vean lo que yo no pude ver. Además, ayudo a mantener el "Apostolado Católico" que tiene como objetivo presentar a sus visitantes la Verítatis Splendor, es decir, el Esplendor de la Verdad, conforme la recomendación del Señor: «Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa.» (Mt 5, 14 15)


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