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Raúl Mijango ha sido diputado en El Salvador y hoy es escritor, pero en los años 80 fue uno de los comandantes guerrilleros del Ejército Revolucionario Popular, una de las cinco fuerzas armadas de izquierdas que integraban el comunista Frente Farabundo Martí. Este hombre y el obispo castrense Fabio Colindres han logrado que las dos mayores bandas violentas de El Salvador, la Mara Salvatrucha y su feroz enemiga, la Pandilla 18, dejen de matarse. Las mismas bandas reconocen que su guerra interna causaba 14 muertos al día. En cambio, esta última semana, los asesinatos en el país se han reducido radiclamente.
Así lo anunciaban el pasado día 20 en una rueda de prensa: una “tregua” entre pandilleros para bajar los asesinatos en El Salvador. Y más aún, para reflexionar. Junto al obispo Colindres, para que quedase claro el apoyo vaticano al pastor castrense, estaba el nuncio apostólico de El Salvador, Luigi Pezzuto. Y cuando empezaron las voces críticas o al menos dubitativas, el obispo auxiliar de la arquidiósesis de San Salvador, Gregorio Rosa Chávez, afirmó que la Conferencia Episcopal salvadoreña conoce y apoya la iniciativa.
"La Iglesia anunció esta historia y todos apoyamos la idea de hacer algo; esto requiere una solución que permita que esta gente se reinserte a la vida productiva del país y esa decisión la hemos tomado todos los obispos", dijo Rosa Chávez. "Esperamos que no vaya a colapsar -el proceso de mediación- sino que vaya a despegar de verdad", declaró el obispo Rosa Chavez.
Este viernes, el ex-guerrillero Raúl Mijango hizo público un comunicado oficial y conjunto de las dos bandas para despejar dudas. El comunicado, con fecha del 19 de marzo, puede leerse escaneado, por ejemplo, aquí.
Las bandas anuncian que "nuestra posición [la tregua] es firme y está respaldada por el valor de nuestra palabra, por la cual damos la vida. Dennos la oportunidad, apoyen a nuestros guías".
En el comunicado conjunto las bandas aseguran que "para acompañar nuestro proceso de reflexión, preferimos solicitar el acompañamiento de la Iglesia Católica y de la sociedad civil, a quienes agradecemos su comprensión y apoyo, por lo cual les debemos un profundo respeto, aprecio y agradecimiento, principalmente a monseñor Fabio Colindres, obispo castrense, y al escritor Raúl Mijango". La nota asegura que ellos "han facilitado que después de 20 años hayamos podido llegar a un acuerdo común entre las dos pandillas rivales, donde hemos logrado con la ayuda de todos los entes mencionados disminuir significativamente los homicidios en el país y, en gesto de buena voluntad, cancelar toda acción que incluye los atentados en contra de militares, policías y custodios y contribuir a la pacificación".
Y más adelante la nota de las bandas insiste: "el camino de la reconversión que hemos iniciado es el resultado de un profundo esfuerzo de análisis y discusión guiados por los facilitadores de la Iglesia y la sociedad civil".
Y añade: "no pedimos que se nos perdonen penas por las faltas cometidas, solo que se aplique adecuadamente la ley, se nos trate como a seres humanos, que nos ayuden a reinsertar social y productivamente a nuestro miembros dándoles oportunidades de trabajo y de estudio, que no se les discrimine y que no se nos reprima por el simple hecho deestar tatuados sin haber cometido ningún tipo de delito".
Y la nota concluye invocando la ayuda de Dios: "reiteramos a toda la sociedad que si bien hemos sido parte del problema, les pedimos que se nos permita ser hoy parte de la solución, para lo cual requerimos del apoyo de toda la sociedad y del Estado para llevar a feliz término con la ayuda de Dios este proceso".
Las dos bandas sumadas declaran tener unos 100.000 miembros, de los que 10.000 "purgan penas en los centros penitenciarios", en condiciones que describen como "trato de animales". El sistema penitenciario salvadoreño, de una veintena de prisiones con capacidad para 9.000 reos, alberga en la actualidad 24.000 internos.
Pero, ¿de dónde salieron las bandas y su violencia? Ellas lo explican en su comunicado: son el fruto de las familias rotas por la guerra de los años 80, "guerra de la que nos consideramos sus hijos, porque la mayor parte de nuestros miembros perdimos a nuestros padres en ese conflicto, otros somos parte de hogares desintegrados por la emigración de nuestros padres y de nosotros hacia otros países y por el desarraigo al ser desplazados de nuestros lugares de origen".
El Salvador es uno de los países más violentos del mundo, con una tasa de más de 60 muertes anuales por cada 100.000 habitantes cuando la media mundial es de 8.8 según datos de la ONU.
El obispo castrense y policial, Fabio Colindres, aseguró en su rueda de prensa que la mediación “una iniciativa pastoral de la Iglesia Católica y del obispo castrense de El Salvador, no de una petición del ministro de Justicia y Seguridad”. “Mucho menos (se trata) de una negociación entre el gobierno y pandillas o de la Iglesia con las pandillas o de la Iglesia mediando para que el gobierno negocie con las pandillas; de esto no hay nada, sencillamente se trata de una iniciativa inédita”, remarcó.
El gobierno salvadoreño ha señalado en repetidas ocasiones que las pandillas son responsables de al menos el 90% de las muertes que se registran en el país, recuerda la agencia AFP. En El Salvador se registra un promedio diario de entre 13 y 14 asesinatos, pero cifras de la Policía indican que desde hace menos de una semana ese índice ha bajado a entre 4 y 5 muertos por día. “Esto es algo bueno, esa voluntad por cambiar que han mostrado, creo que toda la sociedad debe unirse para que juntos encontremos una salida a esta situación de violencia”, resaltó el obispo.
Las bandas niegan además haber negociado con el Gobierno mejores condiciones para sus líderes presos.
Con ese comunicado, las pandillas quieren responder a escépticos como Roberto Cañas, que en 1992 firmaba los acuerdos de paz en nombre del entonces gobernante Frente Farabundo Martí, con el cual hoy no tiene relación. “Nadie puede asegurar que esto sea una medida que resuelva la disminución de los índices de la delincuencia de manera permanente”, dijo Cañas.
El abogado y exministro de Seguridad, Francisco Bertrand Galindo, es otro escéptico. "Veo todo esto con reserva. Espero que todo salga bien, aunque tengo serias dudas. Esto es un precedente que tiene manifestaciones delicadas. Que la Iglesia haya intervenido es natural. Ese es el rol de la Iglesia, pero que el Gobierno participe respaldando los acuerdos de la Iglesia es delicado", resaltó Bertrand Galindo.
www.religionenlibertad.com 24 marzo 2012
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