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Virtudes y vida cristiana en el noviazgo
Año Santo
de la Misericordia
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Algunos ven a Dios como un incordio en el noviazgo. Dios no necesita molestarnos. Dios es el camino para dar sentido al noviazgo y a la vida de cada uno
El noviazgo ha de considerarse como un tiempo de discernimiento para que los novios se conozcan y decidan dar el siguiente paso, entregarse el uno al otro para siempre.
Cuando ese amor ayuda a cada uno a estar más cerca de Dios, a amarle más. Cuanto más y mejor se quieran los novios, más y mejor querrán a Dios, y al revés
El noviazgo como toda escuela de amor, ha de estar inspirado no por el afán de posesión, sino por el espíritu de entrega, de comprensión, de respeto, de delicadeza.
Desarrollar las virtudes humanas nos hace mejores personas. Conviene considerar que no hay mejor motivación para crecer como persona que el Amor a Dios y al novio o novia.
La generosidad se demuestra en la renuncia, en pequeños actos, a aquello que nosotros preferimos, por dar gusto al otro.
“Quisiera ante todo deciros que evitéis encerraros en relaciones intimistas, falsamente tranquilizadoras; haced más bien que vuestra relación se convierta en levadura de una presencia activa y responsable en la comunidad” (Papa Francisco)
La dedicación a los amigos, a los necesitados, la participación en la vida pública, en definitiva, luchar por unos ideales, permiten abrir esa relación y hacerla madurar.
La modestia y la delicadeza en el trato van unidas a un Amor (con mayúscula) teniendo como modelo el amor de Cristo por su Esposa, que es la Iglesia
Para alcanzar ese amor se deben cuidar los sentidos y las manifestaciones afectivas impropias del noviazgo, evitando situaciones que molesten al otro o puedan ser ocasión de tentaciones o pecado
Si realmente se ama a alguien, se hace lo todo lo posible por respetarla, evitando hacerle pasar un mal rato o haciendo algo que vaya en contra de su dignidad.
El noviazgo supone la ayuda al otro para ser mejor y una exclusividad en la relación que hay que cuidar y respetar.
No hay que olvidar el buen humor y la confianza en la otra persona y en su capacidad de mejora.
La sobriedad permite disfrutar de las cosas pequeñas, de los detalles.
Los hábitos (virtudes) y costumbres que se vivan y desarrollen durante el noviazgo son la base sobre la que se sustentará y crecerá el futuro matrimonio
Y dentro de la sobriedad se podría encuadrar el buen uso del tiempo libre . El ocio y el exceso de tiempo libre es mala base para crecer en virtudes, conduce al aburrimiento y a dejarse llevar.
Conviene planificar el tiempo que se pasa juntos, dónde, con quién, qué se va a hacer.
En primer lugar, hay que situar los Sacramentos , medios a través de los cuales Dios concede su gracia. Son, por tanto, imprescindibles para vivir cristianamente el noviazgo
Asistir juntos a la Santa Misa o hacer una breve visita al Santísimo Sacramento supone compartir el momento cumbre de la vida del cristiano. La experiencia de numerosas parejas de novios confirma que es algo que une profundamente.
A través de la confesión se recibe el perdón de los pecados, la gracia para continuar la lucha por alcanzar la santidad. Siempre que sea posible, es conveniente acudir al mismo confesor, alguien que nos conozca y nos ayude en nuestras circunstancias concretas.
Por medio de la oración los novios alimentan su alma, hacen crecer sus deseos de vida cristiana, dan gracias, piden el uno por el otro y por los demás. Es bonito que juntos pronuncien el nombre de Dios, de Jesús o de María, por ejemplo rezando el Rosario
No podemos olvidar que la mortificación forma parte principal en la lucha ascética por ser santos. Por ejemplo: ceder en la opinión, o cambiar un plan que apetece menos al otro; o no acudir a lugares o ver películas juntos que pueden hacer tropezar en ese camino por ser santos.
En el amor se encuentra el sentido de la renuncia.
Vivir el noviazgo con sobriedad y preparar de la misma manera la boda es una base formidable para vivir un matrimonio cristiano.
El noviazgo no es un paréntesis en la vida cristiana de los novios. Es un tiempo para crecer y compartir los propios deseos de santidad.
Fuente: Aníbal Cuevas, opusdei.es
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