“Me han preguntado por mi relación con los Hermanitos del Cordero, Juan Pablo II y mi conversión. Tengo dos hijos. Toda la vida, en casa, los eduqué en los valores de la izquierda y del marxismo. Mi hijo menor, siendo estudiante, en una comuna, estaba en una situación delicada. Él conoció a los Hermanitos del Cordero y se convirtió al cristianismo.
Mi hijo ha sido... es difícil recordar esto ahora... ha sido un proceso de... ¡la Gracia de Dios!.
En verano del año 2000 fueron las Jornadas de la Juventud en Roma. Mi hijo estuvo allí; los Hermanitos del Cordero le ayudaron en su proceso, pero realmente él se convirtió de la mano de Juan Pablo II.
Ese verano leí un artículo de una periodista de izquierda, que ponía el foco en los encuentros de Roma, la afluencia de jóvenes. ¿Qué le pasaba a la izquierda, nuestros ideales dónde estaban, por qué no teníamos capacidad de convocatoria? Ese artículo me hizo reflexionar sobre mis ideales.
A finales de ese año recibí la llamada de Dios. ¡Bueno, Mercedes, ya está bien! ¡Yo no recordaba ni el Padrenuestro! Empezó ahí mi proceso. Me formé, básicamente, leyendo libros de Ratzinger.
En 2005 me encuentro el proyecto de ley para equiparar jurídicamente las uniones del mismo sexo con el matrimonio. Yo no sabía como argumentar en contra jurídicamente. Tomé entonces conciencia de la contradicción entre el proyecto socialista y el compromiso cristiano, que no es una ideología. Me pareció que no sólo debía votar en contra sino dar argumentos. Ahí fue el divorcio con el proyecto socialista.
También voté después contra las leyes de manipulación genética. Y ya al final de mi etapa de senadora voté contra la ley de Memoria Histórica, no contra las familias que buscan a sus muertos, sino por su preámbulo de ideología discriminatoria, sin objetivos de reconciliación ni de verdadera memoria”.
En noviembre de 2007, Mercedes Aroz hacía pública su conversión al cristianismo (que había empezado, en secreto, en el 2000) y en una nota daba las razones.
"Mi actual compromiso cristiano me ha llevado a discrepar con determinadas leyes del Gobierno que chocan frontalmente con la ética cristiana, como la regulación dada a la unión homosexual o la investigación con embriones, y que en conciencia no he podido apoyar".
"He querido hacer pública mi conversión para subrayar la convicción de la Iglesia Católica de que el cristianismo tiene mucho que decir a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, porque hay algo más que la razón y la ciencia. A través de la fe cristiana se alcanza a comprender plenamente la propia identidad como ser humano y el sentido de la vida".
Cristina López Schlichting (COPE)
Es evidente. No se puede entender de otra manera. Como ha explicado muy bien el Papa Benedicto XVI, el cristianismo lo definen tres palabras: fe, doctrina y vida. La fe y la doctrina llevan a una vida consecuente, y ese es mi caso.
«Tener que enfrentarme a leyes que vulneraban principios muy profundos, me obligó a tomar conciencia y a afianzar mi propio compromiso»
Los cambios espirituales no pueden ser expresados tan claramente como los cambios materiales. Solamente hay una persona en la historia que tuvo una conversión súbita, san Pablo de Tarso. Los demás mortales hacemos procesos y llevamos a cabo unas transformaciones paulatinamente.
Pero sí puedo decir que hay un punto de arranque, una reflexión inicial, que viene de la mano de Juan Pablo II, de aquel magno acontecimiento en Roma de la Jornada Mundial de la Juventud del año 2000, con aquella afluencia de dos millones de personas. En España no hubo una gran reflexión sobre esto, más allá de la información y de la evaluación que pudo haber. Pero en la izquierda italiana hubo un debate muy vivo y una reflexión profunda sobre el significado de todo aquello, que contrastaba enormemente con la falta de convocatoria, con el silencio, con el no tener nada que decir desde la izquierda a la juventud.
Y esa reflexión que ellos hicieron y a la que pude acceder fue también para mí una reflexión personal. Empecé ahí y mire dónde estoy.
Yo creo que para los que hemos vivido con una ideología que prescinde de Dios, que tiene una concepción materialista del ser humano, en la que la vida tiene un final y no tiene una trascendencia ni un futuro eterno, encontrarse con el cristianismo, pero no como doctrina o normas, es una revolución. Porque el cristianismo, a diferencia de otras religiones, es un encuentro real con Cristo vivo, y de ahí viene todo lo demás.
Esto es como una revolución interior, un cambio drástico de vida, un cambio de valores. Esa revolución también puede ser dolorosa, y lo es. Pero vale la pena hacer ese proceso.
¿Qué aporta el cristianismo frente a todo este mundo sin valores? En primer lugar, comprender la verdadera dimensión de uno mismo como ser humano, un sentido de la vida, un sentido de la muerte, el sentido del dolor, la importancia de vivir, una nueva relación con las personas y una vida muy plena y muy feliz.
Sí. Me ha supuesto evidentemente un conflicto cuando llegaron estas leyes al Senado y yo estaba todavía en un proceso, afianzando mi conversión y mi compromiso.
Precisamente, tener que enfrentarme a estas leyes que vulneraban principios muy profundos (en el caso de las leyes que permiten la investigación con embriones y la clonación, la ley de reproducción asistida y la de investigación biomédica), me obligó a tomar conciencia rápidamente de todo lo que significaba esto, y me llevó también a afianzar mi propio compromiso y al rechazo a estas leyes que venían a vulnerar la dignidad humana, el derecho a la vida.
Y en el tema del matrimonio homosexual, evidentemente se trataba de una ley que iba contra una institución anterior al derecho, derivada de la ley natural, una realidad social además de gran trascendencia para la sociedad. Estas leyes de alguna manera me afianzaron en mi proceso de conversión y en mi compromiso, y al mismo tiempo me supusieron una discrepancia ideológica muy profunda con mi partido que hasta ese momento no se había manifestado claramente. De esta discrepancia nació la convicción de que a partir de ese momento teníamos caminos separados.
Yo creo que los cristianos deben reflexionar sobre esto, porque muchos no son conscientes de lo que está sucediendo. Estas leyes ya se están aplicando, ya se han aprobado y se incorporan al ordenamiento jurídico.
El socialismo tiene aspectos positivos, tiene unos puntos de contacto con el cristianismo (en relación con la doctrina social de la Iglesia y con una orientación del socialismo que va hacia los más desfavorecidos), pero cuando el socialismo recupera valores que hacen referencia a la concepción materialista de la persona lógicamente se produce una incompatibilidad con la fe y con la dimensión religiosa de la persona. Creo que los votantes que se consideran católicos deben reflexionar lo que significa en estos momentos votar al Partido Socialista.
Ahora todavía no lo he considerado. Soy economista, y por ahí proyectaré mi actividad laboral.
Pero más allá de eso, tengo un gran deseo de colaborar con la Iglesia en su misión, en su labor en la sociedad.
Entrevista a Mercedes Aroz (Zenit) 22.V.2009
La veterana socialista Mercedes Aroz acaba de anunciar que abandona el partido socialista catalán, del que fue cofundadora, a causa de la propuesta del Gobierno español sobre el aborto.
Para la ex senadora, el Anteproyecto aprobado en el Consejo de Ministros el pasado 14 de mayo, despenaliza el aborto y atenta contra el ser humano en el primer estadio de su vida.
En la siguiente entrevista concedida a ZENIT, Mercedes Aroz pide una revisión de legislaciones que no garantizan efectivamente el derecho a la vida del ser humano desde su concepción.
Esas legislaciones --señala-- “provienen del siglo pasado, cuando los conocimientos científicos sobre el inicio de la vida no eran tan evidentes”.
--Mercedes Aroz: Cuando me retiré de la política activa en 2007, con la renuncia a ostentar todo cargo de representación al finalizar mi compromiso de senadora por Barcelona, mantuve la afiliación al Partido Socialista y ahora he dado el paso de darme baja del partido.
Es una decisión que no ha sido fácil, pues han sido 33 años de militancia y participación activa en el proyecto socialista.
Es una decisión vinculada a la nueva regulación del aborto en España que impulsa el Gobierno, que supone su despenalización, y que me ha llevado a romper el último lazo que me unía al socialismo.
Mi discrepancia con las políticas del socialismo radical del Gobierno y del Partido Socialista es completa, desde la ética cristiana y desde la defensa de los derechos humanos.
Y, en este sentido, he querido despedirme trasladando al Partido en la carta que he dirigido al Primer Secretario una breve reflexión sobre esta cuestión, la cuestión del aborto como vulneración de los derechos humanos.
Pues a la luz de los actuales conocimientos científicos, que nos dicen que desde la concepción existe un ser humano con su identidad genética propia que mantendrá toda su vida, el aborto atenta contra el ser humano en el primer estadio de su vida.
Es, por tanto, algo más que una cuestión de conciencia moral, va en contra de los derechos humanos, el primero de los cuales es el derecho a la vida.
El ser humano debe ser protegido jurídicamente con independencia de la fase en la que se encuentre, es una cuestión de ética y de civilización.
Por ello, desde una posición progresista hay que defender la revisión de legislaciones existentes en distintos países que provienen del siglo pasado - cuando los conocimientos científicos no eran tan evidentes- que no garantizan efectivamente este derecho del ser humano desde su concepción.
Esta garantía es imprescindible para avanzar en el verdadero progreso humano. Las generaciones futuras nos juzgarán sobre esto.
-- Mercedes Aroz: Por razones que surgen de la discrepancia profunda desde mi actual compromiso cristiano con las políticas del Gobierno socialista, muy especialmente con respecto a las que conciernen a la vida humana y la familia.
Unas políticas que se iniciaron en la pasada legislatura y continúan en la actual con el proyecto de despenalizar el aborto.
Como ya dije en su momento, esta discrepancia, que me llevó a no apoyar determinadas Leyes cuando era senadora, me impedía continuar representando al proyecto socialista.
Este proyecto sigue la línea del socialismo radical y choca frontalmente con la ética y los valores del cristianismo, pero también, de una forma más general, con valores profundos del conjunto de la sociedad española.
Porque estamos asistiendo a una política dirigida al cambio de la conciencia social, que incide negativamente sobre valores fundamentales de la sociedad, como es el respeto y protección del derecho a la vida, y sobre instituciones valiosas como la familia, y que produce una grave división social en nuestro país.
En consecuencia se imponía la decisión de retirarme de la política activa, y ahora he considerado necesario romper el último lazo que me unía al socialismo como afiliada y formalizar mi baja del partido.
Ni pasivamente con mi afiliación podía respaldar la regulación del aborto que se pretende.
--Mercedes Aroz: Sí, sin duda resulta difícil.
--Mercedes Aroz: Porque ningún partido responde totalmente a la identidad cristiana, y los políticos cristianos debemos ser coherentes con los principios y valores que guían nuestra vida y que proponemos a la sociedad.
Ello implica, por tanto, mantener la autonomía con relación a los partidos, pero al mismo tiempo, éstos exigen a sus miembros, y especialmente en cargos parlamentarios, disciplina de voto.
Por eso, el conflicto puede ser importante cuando estén en juego leyes contrarias a la dignidad de la persona y los derechos humanos, a las que hay que oponerse.
El tema de la autonomía de los cristianos respecto a los partidos políticos es de gran calado.
Porque si no se mantiene, y el político cristiano se supedita a los intereses del partido en cuestiones fundamentales como las que he mencionado, se convierte en legitimador de su acción.
Además, se da el agravante de que puede ser utilizado, con la antigua táctica del divide y vencerás, para debilitar no a la Iglesia o a su jerarquía, sino al cristianismo.
La supeditación no es el camino para proponer valores cristianos y contribuir a los proyectos de la sociedad desde nuestra propia visión del mundo.
El político cristiano está llamado a ser conciencia crítica en su militancia y en su acción pública cuando sea necesario.
--Mercedes Aroz: Hay que partir de la base, como ya he señalado, de que no hay partidos políticos que respondan íntegramente a la identidad cristiana.
Además considero que es una utopía creer que un partido que la recogiese aglutinaría todo el voto católico, pues existe legítimamente entre los cristianos el pluralismo político.
Unos ponen el énfasis en unas cuestiones u otras, sean las cuestiones socioeconómicas, la familia, la ecología, la educación, etcétera.
Pero sí hay momentos en que los cristianos debemos valorar muy especialmente en qué partido depositamos nuestra confianza, y éste es en España uno de esos momentos.
Porque, como decía antes, estamos asistiendo a unas políticas y reformas del partido en el Gobierno que no redundan en el bien común.
Por tanto, considero que el voto católico debería dirigirse hacia partidos que defiendan el humanismo de raíz cristiana desde el reconocimiento y respeto al pluralismo de nuestras sociedades.
Partidos que también tengan el compromiso de trabajar para fortalecer unas bases éticas comunes que contengan los valores fundamentales del hombre, y por una convivencia integradora.
En el momento actual, en España esto es una gran necesidad y un gran reto para los partidos políticos que busquen realmente el bien común.
-- Mercedes Aroz: Considero que este giro se inscribe en la secularización de las sociedades occidentales y en la evolución del pensamiento contemporáneo caracterizado por el rechazo a los imperativos y a conceptos universales, con la consiguiente pérdida de referencias últimas.
Esto ha significado que hoy se considere fundamental la autonomía ética y el respeto a la propia conciencia individual, algo que constituye sin duda un gran avance en el desarrollo de nuestras sociedades.
Sin embargo, este cambio ha llevado a un momento histórico en el que se manifiesta una pérdida de orientación personal, una crisis de valores morales y un cierto malestar cultural.
Éste es el contexto en el que el cristianismo debe desenvolverse.
Por ello, para que los valores cristianos progresen, hay que utilizar argumentos convincentes y mostrar su vinculación a la dignidad de la persona y a los derechos humanos.
Ésta es la única referencia objetiva que hoy parece que puede ser asumida por todos los ciudadanos en nuestras sociedades seculares y pluralistas.
En la situación actual, el cristianismo tiene un papel fundamental, pues existe el riesgo de que el vacío moral de nuestras sociedades lleve al deterioro de las tradiciones humanistas.
La mera valoración negativa de los problemas existentes, sin incorporar el diálogo con la cultura actual y la apertura a la que nos invita el Concilio Vaticano II, no contribuye a construir un futuro ético en el que los cristianos debemos participar.
[Por Patricia Navas]
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