Antes de octubre de 2013 Anna, de 25 años, era feminista, anti-clerical y lesbiana. Llevaba 6 años comprometida en una relación sexual con otra mujer.
Entonces conoció un chico, Marco, y todo cambió. “Yo misma digo hoy que mi historia es increíble”. Pero es la que es…
En octubre de 2013 Marco la invitó a tomar un café. "Yo no entendía por qué quería volver a verlo", explica.
Más aún: “ya no podía ver en mi novia lo que siempre había buscado."
Cuando por primera vez Marco y Anna se besaron, ella entendió que había pasado algo insólito hasta entonces en su vida.
"Fue la primera vez que podía confiar en un hombre. No más miedos y celos”.
Pero ¿de dónde viene ese “confiar” y toda la sanación y transformación y cambio que incluye eso?
“Confío en Marco porque confiamos en Dios. Es Dios quien me ha permitido perdonar a mi padre y vivir felices. Nunca voy a dejar de darle las gracias por sacarme de la oscuridad y quiero mostrarlo a todos mis amigos… que ahora me odian".
Cuando Anna se dio cuenta de sus sentimientos por Marco quiso investigar, buscar más gente que hubiera pasado por algo similar. En Tempi.it encontró el testimonio de Francesca , también una lesbiana anticlerical que se enamoró de un hombre, está felizmente casada con él y ha encontrado la fe.
“Me identifiqué con ella de inmediato y me aseguró que todo era verdad. Que yo no estaba sola y traté de reunir experiencias similares en un solo sitio, la web donde ahora escribo tantos ".
Anna, como Francesca, pudo rastrear el origen de su temor y odio a los hombres… en este caso, el odio al padre que la abandonó.
"Mi abuela me enseñó a rezar", recuerda. Pero los desacuerdos entre sus padres, provocaron que el padre abandonara a su madre. La madre de Anna, que tenía 27 años cuando fue abandonada, se alejó de la Iglesia.
"Yo reaccioné tratando de aliviar el dolor de mi madre deprimida haciendo las veces de padre. Quería juguetes, ropa, cortes de pelo masculinos. Jugaba al fútbol, pasaba todo el tiempo con niños y crecí con abandono y extravío”.
Aunque el padre de Anna volvió a casa, la herida ya estaba hecha. "Estaba feliz, pero no perdonaba a mi padre. Odiaba a los hombres y no podía confiar en ellos".
Por esto Anna, dice, buscó cobijo y afecto en las mujeres "de las que me sentía atraída". Tenía 17 años y “me enganché de Simona”.
"Los míos, por desgracia, aceptaron la triste situación. No hablábamos mucho en casa, pero al final esto parecía ser el mal menor en comparación con todas las cosas locas que hice, sin darme cuenta que en mi homosexualidad estaba la causa de mi malestar".
"Yo era agresiva, llena de resentimiento; prefiero no describir todo lo que hice en el pasado y la violencia que contenía".
Con Marco descubrió el amor, la confianza y la fe cristiana que él tenía. Perdonar, confiar y nacer de nuevo iban juntos. Y el dogma repetido por el lobby gay (“se nace gay, te define, no es posible cambiar, es lo que eres…”) se mostró falso. Y no sólo en su caso, sino en muchos más que recoge en su web Exhomovox.com , asombrada.
Anna mantiene su web porque "he recibido una gracia” y quiere compartirla, quiere evitar que otros pasen el sufrimiento que ella pasó. ”Prefiero decir la verdad, que en un principio duele pero después libera”, asegura.
religionenlibertad.com 13 junio 2014
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