AMORTH: Sí, muchísimo. Cuando disminuye la fe aumenta la superstición. Si utilizo el lenguaje bíblico, digo que se abandona a Dios y nos entregamos a la idolatría; si utilizo un lenguaje moderno, digo que se abandona a Dios para entregarnos al ocultismo. El espantoso descenso de la fe en toda la Europa católica hace que la gente se ponga en manos de magos y cartomantes, mientras proliferan las sectas satánicas. Se hace propaganda del culto al demonio a las masas mediante el rock satánico de personajes como Marilyn Manson, y se les enseña incluso a los niños: hay tebeos que enseñan la magia y el satanismo.
Están muy difundidas las sesiones de espiritismo, en las que se evocan a los muertos para conseguir respuestas. Ahora se enseña a hacer sesiones de espiritismo con el ordenador, con el teléfono, con el televisor, con la grabadora, pero sobre todo con la escritura automática. Ya ni siquiera se necesita un médium: es un espiritismo del tipo "háztelo tú mismo". Según los sondeos, el 37 por ciento de los estudiantes han hecho alguna vez por lo menos el juego de los papelitos y el vaso, una verdadera sesión de espiritismo. En una escuela a la que me habían invitado a hablar, los chicos dijeron que la hacían durante la hora de religión, ante los ojos complacidos del maestro.
AMORTH: No existe distinción entre magia blanca y magia negra. Cuando la magia funciona, siempre es obra del demonio. Todas las formas de ocultismo, como esta huida hacia las religiones de Oriente, con sus sugestiones esotéricas, son puertas abiertas para el demonio. Y el diablo entra, enseguida.
Yo no dudé ni un instante a la hora de decir, cuando lo de la muerte de la monja asesinada en Chiavenna por unas jóvenes, y en el caso de Erika y Omar, los dos chicos de Novi Ligure (Erika, ayudada por su amigo Omar, mató a su madre y a su hermano pequeño, n. de la r.), que el diablo intervino directamente porque esos chicos practicaban el satanismo. La policía luego descubrió, en ambos casos, que los chicos seguían a Satanás, tenían libros satánicos.
AMORTH: Su estrategia es monótona. Ya se lo he dicho, y él lo reconoce... Hace creer que el infierno no existe, que el pecado no existe, que se trata sólo de una experiencia más que hay que vivir. Concupiscencia, éxito y poder son las tres grandes pasiones sobre las que insiste Satanás.
AMORTH: Cuando pasaron de cien dejé de contarlos.
AMORTH: Y lo son realmente. Muchos exorcistas han encontrado sólo casos de males diabólicos. Pero yo heredé la "clientela" de un exorcista famoso como el padre Candido, y, por consiguiente, los casos que aún no había resuelto él. Además, los otros exorcistas me mandan a mí los casos más resistentes.
AMORTH: Lo estoy "curando" ahora, desde hace dos años. Es la misma chica que fue bendecida -no fue un exorcismo verdadero- por el Papa en octubre en el Vaticano y que tanto dio que hablar en los periódicos. Sufre las veinticuatro horas del día, con tormentos inimaginables. Ni los médicos ni los psiquiatras conseguían entender nada. Ella está plenamente lúcida, y es inteligentísima. Un caso realmente doloroso.
AMORTH: Se puede caer en males extraordinarios enviados por el demonio por cuatro motivos. Bien porque esto sea un bien para la persona (como en el caso de muchos santos), bien por la persistencia en el pecado de manera irreversible, bien por un maleficio que alguien hace a través del demonio, o bien cuando uno se dedica a practicar el ocultismo.
AMORTH: Recuerdo un campesino analfabeto que durante el exorcismo me hablaba sólo en inglés, por lo que yo necesitaba un intérprete. Hay quien demuestra una fuerza sobrehumana, quien se eleva totalmente del suelo y ni varias personas consiguen mantenerlo sentado en el sillón. Pero hablamos de presencia demoníaca sólo por el contexto en que se desarrollan.
AMORTH: Cuando el cardenal Poletti me pidió que me dedicara al exorcismo me encomendé a la Virgen: «Envuélveme en tu manto y yo estaré seguro». El demonio me ha amenazado muchas veces, pero nunca me ha hecho daño.
Fuente: 30 Días. Junio 2001.
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