C: Bueno desde niño tuve inquietudes técnicas... en el colegio construía amplificadores de tubo, aparatos a transistores, osciladores y a la vez comencé a estudiar guitarra clásica. En mi casa había un ambiente propicio: mis papás eran, los dos, científicos y en casa existía una discoteca fantástica con muchos tipos de música. A fines de los 60, mis papás hicieron un viaje a E.E.U.U. y trajeron el disco "Switched on Bach" de Walter Carlos... disco que encontré fascinante. Desde ahí el tema estuvo latente. Me metí a estudiar ingeniería y luego me decidí por la música. Me orienté hacia la composición y aquí, en la Chile, tuve dos años de estudio con Juan Amenábar... Hice una pieza, me interesó y gustó el tema. Eso sí yo sentía que había un tema de la falta de expresividad que provoca la no comunicación con el instrumento... Hay instrumentos muy cercanos, como la guitarra que está en contacto contigo, hay una relación directa entre el contacto físico y la generación del sonido... Pero la música electrónica, en esa época, tenía una gran distancia entre la gestualidad y el resultado, luego con el midi se acercó un poco, pero era muy distante la relación en general, de hecho había un sintetizador, un ARP 2600, pero se usaba como fuente de sonidos para componer en cinta magnética, no para tocar. Luego me fui a Alemania y estudié música electrónica con Mesías Maiguashka...
C: Sí, un ecuatoriano radicado en Alemania, en Friburgo, es una persona muy abierta que te da mucha libertad, estuve dos años con él y trabajé básicamente música para cinta. Bueno la verdad es que yo no tengo muchas obras electrónicas, no me considero como "músico electrónico", en todo este cuento hay un elemento fundamental para entender entonces "porqué estoy aquí" y qué es que en todo este transcurrir de tiempo y estudio hay un proceso espiritual mío, en el cual me doy cuenta de que yo quería expresar algo. Soy de una familia que no es religiosa y al salir del colegio, a los 19 años, yo me convertí. Eso creo que juega un rol fundamental en lo que yo pueda hacer en el arte. De alguna forma, ya sea en lo instrumental o en lo electrónico, ya sea en las artes pictóricas, todo va orientado a expresar esta experiencia espiritual. Me convertí al catolicismo y quiero dar testimonio de ello en el arte, tal como en una época la fe era el alma del arte.
C: Sí. Me asusto un poco, porque a veces pareciera que no me interesa tanto la música solo por la música, si no más bien por el contenido que tiene. Tal vez mi música está algo ideologizada, como lo que pasa con la música comprometida políticamente. Entonces apunto o trato de peregrinar hacia ese ideal barroco donde el arte y la fe forman algo indisoluble o al menos el arte y la funcionalidad.
C: Exactamente. Mi fe es un poco fruto de eso. Al salir del colegio y escuchando música yo sentía que ahí había algo más que un mundo hecho de reacciones químicas, , donde todo lo humano se reduce a estas reacciones químicas para finalmente pasar al ciclo del nitrógeno y eso, pasar nada más. Entonces ese descubrir, a través de la música y la lectura, de que hay algo más allá de todo eso, es la experiencia que quiero transmitir... Y ahí estoy en una constante disyuntiva entre centrarme en dar todo el mensaje y ser más músico y menos "cura"... ¡Incluso yo estudié para cura! Luego me salí y me casé, tengo hijos. Los conversos somos así, algo extremos... Esa es mi historia, hay que entenderla desde esa perspectiva.
Noviembre 2004 Fuente: http://www.suburbia.cl/
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